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Tenemos orden de no aflojar

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@|Así se despedía buena parte del cuerpo policial del Ministro fallecido.
Y lo cierto es que esa frase nos llegó a todos, porque justamente hubo un antes y un después en la gestión de Larrañaga.

Un antes de muchos años donde la mano dura contra la delincuencia no corría, donde se educaba a la muchachada para gritar y desacreditar al "milico" sin siquiera pensar que este "milico", el de ahora, ni siquiera había vivido en época de dictadura. Había un gran esfuerzo para generar una brecha entre la población y la policía.

Los delitos internos no se castigaban debidamente, los narcos ocupaban casas echando de ellas a sus dueños con total impunidad, las bocas de venta de droga se multiplicaban, los hurtos y rapiñas eran de todos los días, había barrios que realmente pertenecían a la delincuencia manteniendo de rehenes a sus habitantes.

Y llegó el 1° de Marzo y el anuncio de quién sería el nuevo ministro y ahí fuimos varios quienes caímos en cuenta que realmente (y al fin) iba a haber un cambio.

La consigna de no aflojar no es solo para el cuerpo policial que se vio respaldado por primera vez en mucho tiempo, sino para toda la población que reclamaba intervención policial ante la ola de delitos.

Este "no aflojar" se termina traduciendo en un exigir que se cumplan las leyes, que se salvaguarde la vida y la propiedad, que el que roba pague.
Larrañaga dejó un gran vacío y la vara muy alta, todo un desafío para su sucesor que tendrá que esmerarse para ganarse el mismo respeto.

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