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Nostalgiosos

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@|Noche de la Nostalgia; despliegue policial importante, fuera de lo común, guardiaciviles y policía comunal unidos, vigilancia sobre ciudadanos comunes que salen a divertirse. El objetivo: los automovilistas, su conducta en la mira. Se anunciaron controles, de alcoholemia y otros. A los infractores les esperaban severas penas.

Bárbaro. Clarito como el agua. La indulgencia es impensable. No valen los antecedentes ni la probidad de los infractores. Todos iguales ante la norma.
La gente se cuida, no sé si tanto para cuidar al prójimo o cuidar su bolsillo o su libertad. Los agentes no salen a educar, en este caso la educación es una consecuencia de la represión. Me hace acordar a aquello tan ancestral: “la letra con sangre entra”. Nos muestran las estadísticas resultantes que avalan las medidas.

Hubo además una demostración televisada de lo que les esperaba a los desacatados. Que aprendan por ósmosis. ¿Y la Intendencia? Muy bien. Avisa, reprime y recauda.

No se sienten voces discordes, voces compañeras (en la desgracia), empáticas con los infractores. Ni pensar en máximas sagradas: “el aumento de las penas no desalienta al infractor”. O estas otras: “la represión no es la forma”. “No a la tolerancia cero”. ¿Borrar los antecedentes? Impensable, los reincidentes serán debidamente registrados y en futuras infracciones las penas irán in crescendo.

¡Qué bueno sería que los encargados de velar por la seguridad ciudadana, salvando la distancia, adoptaran el mismo criterio (del gobierno capitalino) a la hora de reprimir, con los abusadores, violadores, violentos domésticos, asesinos y todos los reincidentes!

¡Qué bueno sería ver ese despliegue y esa presencia policial intimidante (para el que delinque) en nuestra cotidianidad!

¡Qué bueno sería percibir también esa uniformidad de criterios en las autoridades correspondientes!

Estaríamos exentos de tanto cinismo y dobles discursos.

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