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Nico...

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@|Tocó dos timbres cortitos, como apurado. Tenía 6 añitos cuando vino la primera vez. Me pidió agua, yo volví enseguida con un vaso de leche tibia y un sandwich de jamón, pero me dijo que el jamón no le gustaba y se comió el pan solo. Eras lindo, chiquito, con buenos modales. No podía ni siquiera imaginarte en un cantegril o en medio de bandas armadas en zonas peligrosas.

“Mi mamá nos ama”, repetiste varias veces cuando te pregunté dónde estaba tu madre y porqué te mandaba a pedir. “¿Me da para el boleto?, vivo re lejos y estoy cansado”. Aprendiste, como todos, el arte de la manipulación y con tus ojos de niño triste lograste meriendas, ropa, cariño y hasta un cuento que te escribí.

Creciste, y con el día a día, te volviste grande por fuera y aprendiste que nada es justo, nada es limpio y nada es verdad en tu mundo.

Te pedí que estudiaras, te di teléfonos y nombres, datos, libros, te hablé de una vida mejor. Te pedí que zafaras de esa honda tristeza que significa la miseria sin esperanza, la miseria cruda y sin salida.

Me lo prometiste, me juraste que vas a salir y yo te creo.

Te creo a pesar de que sé lo difícil que debe ser estar ahí, ver salir a los pibes a vender droga, esquivar las balas de los ajustes de cuentas y seguir pensando que se puede.

Por eso hoy, que te vi con tus 20 años recién cumplidos, estrenando unos ojos profundos, largos, oscuros como la noche más fría, te pido que no me aflojes. Te pido que no cedas, que no te rindas. Agarrate a la vida, abrazate a la esperanza. Huí de la quema de libros. Doblale el brazo al destino y respirá, respirá ese aire que es tan tuyo como mío. Bebete este mundo que es de todos y que no es de nadie. Intentalo Nico, pensá que lo peor ya pasó, ya no sos ese niño pequeño que no alcanzaba el timbre. Ahora sos grande, ya cumpliste 20 y tenés toda la vida por delante.

No le falles a ese niño que tuvo que mendigar, comer salteado, llorar hacia adentro y pasar por mil peligros pero llegó, llegó a ser quien sos ahora. No le falles, te lo ruego. No tomes atajos. No dejes de creer que se puede.

Porque se puede, ¿sabes? Te lo prometo.

Habrá gente buena en la vuelta, gente dispuesta a jugarse por vos, a pelearla contigo. No me aflojes muchacho, entrá en la construcción como me dijiste, aprendé un oficio, recurrí a todos los que podemos ayudarte, pero no me aflojes. Seguro que vos podés. Seguro que en algún lugar te espera la casa, la familia y la felicidad que no pudiste tener antes.

¡No te falles, no me falles, te lo imploro!

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