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Muerte de una niña

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@|Escribo estas líneas sobre la muerte de una niña de 12 años apenas, mientras con otros niños y niñas como ella, hacía sus ejercicios de gimnasia en la Escuela 376, del Barrio Conciliación.

En esa escuela donde es maestro uno de mis hijos, el dolor es enorme. Toda muerte se sufre, pero cuando ocurre de este modo deja una oscuridad muy difícil de disipar.

Escribo estas líneas para acompañar ese dolor y confiar que su recuerdo nos anime a intentar mirar el futuro con los ojos de esos niños, para decirles que este momento les dará la fuerza para continuar sus vidas, sin olvidar que esa vida no estará perdida mientras ellos la recuerden en sus mejores momentos.

A su familia, el abrazo, sabiendo que ni hoy ni mañana la vida será igual. Pero que en esa escuela están sus compañeros, sus amigos, sus maestros, el espíritu de su niña junto a ellos y la seguridad de que al fin del camino del año, encontrarán el consuelo en ese mar de rostros cantando la canción que más le gustaba y que hará que siga viva, mientras sus voces la hagan estar otra vez entre ellos.

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