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Mitos de la izquierda nacional

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Siguen cayendo

Siguen desmoronándose los mitos de la izquierda vernácula, en buena hora. Hace poco nos enterábamos que uno de los intelectuales más idolatrados por ella, Vivián Trías, fue durante muchos años funcionario rentado de la Inteligencia Checa y muchas de sus publicaciones respondían a directivas de sus superiores tras la Cortina de Hierro. Lamentablemente muchos políticos y ciudadanos de otras corrientes de opinión, fueron hábilmente engañados por este personaje, al cual brindaron un respeto inmerecido a la luz de las investigaciones conocidas hoy. Incluso el reconocido y lamentablemente fallecido Lincoln Maiztegui Casas se tragó la pastilla y en su obra “Caudillos y Doctores” publicó un elogioso panegírico del susodicho, donde, entre otras cosas, no se explicaba cómo había fallecido de cáncer de pulmón ya que entendía que nunca había fumado. Tal vez la explicación estaba en que Trías (el “agente Ríos” para los checos) recibía su estipendio de los checoeslovacos en dólares, whisky escocés y … cigarrillos americanos.

En el diario “El Observador” de días atrás se publica la entrevista que realizara Leonardo Haberkorn al señor Nelson “Cateta” Sosa, quien fuera el principal compinche del tristemente célebre “Chueco” Maciel. En ella Sosa, por medio de la más cruda sinceridad, dinamita los pies de barro del supuesto Robin Hood del barrio Plácido Ellauri. Aquel que, al decir de la canción “Asalta el banco y comparte con el cantegril”, jamás asaltó un banco en primer lugar y, contrariamente al verso, estafaba a sus propios cómplices en el reparto de lo obtenido y jamás repartió su botín con sus vecinos del “cante”. Un individuo que además no dudó en disparar, incluso por la espalda, a algunos de sus allegados por enconos personales.

Una demostración más de aquello de una mentira repetida mil veces y cómo los “artistas comprometidos” han deformado, y lo siguen haciendo, la verdad para hacerla funcional a sus fines. Viglietti ya no puede hacerlo, pero Ignacio Copani todavía está a tiempo de modificar su canción “Soy de acá enfrente”, aunque dudo que lo haga.

Quien realmente merece una canción es Nelson Sosa, quien a puro esfuerzo y sacrificio personal logró dejar atrás un pasado que él mismo repudia y formar una familia de siete hijos en base al estudio y el trabajo honrado. Ese sí es un ejemplo.

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