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Ser mejor mujer

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@|Parecía ausente, como si no escuchara ni viera el informativo que parloteaba a lo lejos, desde el televisor. De pronto se enderezó en su silla de ruedas y me dijo con voz serena: “¡Todas mujeres, todas buenas mujeres... que bendición!”.

Yo no había caído en la cuenta de que habían desfilado en las noticias la Vicepresidenta Beatriz Argimón, la presidenta de Adeom Valeria Ripoll y la presidenta del Sindicato Policial Patricia Rodríguez.

Gratamente nos estamos acostumbrando. Buenas mujeres se encuentran en cargos de decisión, de mediación, de temple.

Aquella mujer de casi 90 años había visto y vivido de todo un poco en su vida. La casaron a la fuerza, conoció a su marido un día antes de su boda. Tuvo 11 hijos. Nunca pudo trabajar en lo que realmente le gustaba. No la dejaron estudiar. Bajó la cabeza cuando hablaba su padre y luego su marido y supo llorar amargamente cuando nadie la veía. Esa es la mujer del pasado. Una mujer muy sacrificada.

Hoy hay otra, una que se impulsó desde las entrañas mismas del miedo y la sumisión. Una nueva mejor mujer. No por mostrar su escote ni por insinuar sus caderas, esas siguen esclavas en el tiempo. Existen aquellas que avanzan sin revanchismos, sin miedos, con el ímpetu de la sabia nueva y la firmeza de sus raíces. Esa “Mujer Árbol” bien plantada, confiada, está naciendo a un mundo distinto con objetivos diferentes, con grandes y complejos desafíos.

El pasado nos recuerda, el presente nos catapulta y el futuro nos aguarda más firmes, más inteligentes, preparadas e intuitivas en busca de la excelencia. Es que ser mujer es todo eso.

En este mes de marzo de 2021, ser es estar, es darse, es explorarse, es luchar con todas las fuerzas por la justicia y la equidad. Es defender con la razón. Es no claudicar cuando la certeza nos inspira.

Ser mujer es venerar a aquellas que sufrieron en el pasado abriendo puertas por las que hoy podemos entrar, en ámbitos de poder que nos habían sido vetados.

Cuidemos lo conquistado, hagamos un culto de la honestidad y la sabiduría, de la educación y la empatía. Logremos mejores valores y mejores metas para seguir estando orgullosas de un cambio que ya no tiene vueltas y nos vuelve a todos más justos; hermanados en la igualdad ante las diferencias, para poder ser mejores personas y avanzar, codo a codo, hacia un futuro mejor, no como mujeres u hombres, sino sólo como seres humanos.

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