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Me pregunto...

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@|¿Cuántos son muchos? ¿Cuánto es un tiempo prudente?
Con estas preguntas comenzó su alocución el Sr. Juan Castillo.

En un momento tan difícil como nos toca vivir con esta pandemia, lo primero que quiero resaltar es la falta de responsabilidad por parte del Secretario General de un partido político centenario, el hecho de sembrar dudas en lugar de dar certezas. Creo que es momento de aportar ideas y no de hacer política.

En cuanto a las preguntas en sí, entiendo que son parcialmente incorrectas y anacrónicas, porque lo más importante no es cuántos son muchos, sino cuestionarse cómo nos comportamos.

Por tal motivo, paso a dar mi punto de vista con el objetivo de aportar una mirada que ayude a dilucidar las interrogantes planteadas.

Suponga que dos personas se encuentran en cualquier ámbito y ambos están sin barbijo y a una distancia de medio metro uno del otro y comienzan a mantener una charla a viva voz, y a saltar, bailar, cantar, compartir el mate, el celular, etc.; debemos tener claro que para el Covid-19 estos dos individuos ya son “una multitud”.

Insisto que, en este momento, lo más importante no es “cuántos” sino el “cómo” se interactúa.

En lo referente a su segunda pregunta, la respuesta es sencilla. Le diría que el “tiempo prudente” es el mínimo indispensable.

Por ejemplo, en un partido de fútbol está claro que el tiempo mínimo indispensable que tienen que permanecer los jugadores en el campo de juego son 90 minutos.

Obviamente que esto está ligado a la situación y no siempre los tiempos están tan estipulados, como ser, si un equipo quirúrgico debe realizar una operación de emergencia y ésta les insume 10 horas, entonces el tiempo mínimo indispensable para esta circunstancia pasa a ser de 10 horas.

¿Podemos considerar este último ejemplo como una imprudencia?

Evidentemente que no, porque en este caso se trata de asumir un riesgo, pero por un fin que lo justifica.

Muy distinto es si usted se encuentra con alguien que quizás hace tiempo que no ve, y se saludan efusivamente, se abrazan y se quedan charlando por varias horas, y todo esto sin guardar los recaudos necesarios.
Es puro sentido común, porque no se trata de una simple “gripesinha”.

Como sociedad debemos asumir que, en situaciones complejas, nos vemos obligados a tomar decisiones difíciles y molestas, pero sensatas.

Dije también que sus preguntas eran anacrónicas.

Personalmente creo que después de ocho meses de emergencia sanitaria en la cual, a diario, desde Presidencia y Ministerios pertinentes hacia abajo, pasando por el Grupo de Asesores Científicos Honorarios, medios de comunicación nacionales y extranjeros, publicidad gráfica, dibujos animados, etc. y siempre traducidos al lenguaje de señas para incluir a todos los ciudadanos, tenemos bien claro la situación y las únicas herramientas con las que contamos para combatirla.

Sinceramente, ¿no le parece Sr. Castillo que sus dudas están fuera de lugar y de tiempo?

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