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Martínez en Santo y Seña

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@| El último programa de Santo y Seña dejó sorpresas. En primer lugar no hubo ninguna respuesta convincente del candidato del gobierno a las numerosas preguntas que le hizo el periodista. Tampoco fue normal el final del programa, en el que Martínez totalmente irritado y fuera de control dio fin a la entrevista gritando “Terminamos acá” y ante la insistencia del periodista gritó fuera de sí “Dije que no, se terminó”. Si bien este desplante demuestra que su personalidad no es la más adecuada para sus pretensiones presidenciales, lo más grave no fue todo eso. Lo que provoca el mayor asombro es el desconocimiento que Martínez tiene sobre nuestra Constitución. Sus asesores deberían recomendarle que la lea, cosa que no debe haber hecho nunca, pero todavía aun es peor y provoca pánico que desconozca el artículo que se refiere a los allanamientos. Ya esto no se debe tolerar, que siendo un tema de campaña, porque cerca de medio millón de ciudadanos firmaron para que se modifique el artículo constitucional, no haya tenido Martínez la responsabilidad de leer el artículo 11 para tener una posición jurídicamente fundada. Lo anterior explica porque no pudo explicar el motivo por el cual es contrario a la reforma de “Vivir sin miedo”.

Bueno, el parece que vive sin miedo, o está cubierto con sus guardaespaldas que incluso lo acompañaron al debate con Lacalle. En otra época en nuestro país o en otros lugares del primer mundo, con una claro concepto de la honorabilidad, un candidato que hubiera tenido un gafe de esta magnitud, se hubiera bajado de su candidatura.

Creo que todo esto muestra, que deberemos resignarnos en las disertaciones futuras del candidato gubernamental a varios: “Hechos y no palabras” y como conclusión. “Vamo arriba”. Bueno, el “Hechos y no palabras” no es nada feliz, porque, hechos se refiere a lo que pasó y palabras a la opinión que tenemos sobre lo que pasó y a lo que se propone.

Lo correcto es hechos y palabras. Sobre negar las palabras puede ser un alivio para Martínez con su dificultad de dicción y su aparente falta de ideas. Cabe también la posibilidad de que tenga algunas ideas que no se anima a formular. Martínez expresó que no va aumentar los impuestos, salvo que sea una debacle. Debemos de recordar que el asesor de Martínez, Christian Daude afirmó recientemente: “Nos preocupa el tema fiscal porque los niveles de déficit son altos y no los podemos mantener por mucho tiempo”. Los ciudadanos debemos sacar conclusiones de estas afirmaciones
Con respeto a los hechos debemos hablar de todos ellos, los buenos y los malos. Deben estar incluidos entre estos, como una muestra de los muchos que hubo: El payazesco remate de PLUNA, con el señor de la derecha, que figuró con su segundo nombre y con su segundo apellido para no ser reconocido; la fundición de ANCAP, monopolio que fija sus altos precios después de tomar en cuenta sus costos (-Hubo que poner 800 millones de dólares para una empresa quebrada que solo puede dar ganancias, ¿Cuánta responsabilidad tiene Martínez en esto?-); Y por último para no ser extenso la renuncia del vicepresidente por la sentencia judicial que lo encontró culpable de delitos. Querer pintar el país como un paraíso no solo es una fantasía, sino una falta de respeto a la gente carenciada. Martínez no repita que Montevideo está vacío porque viajamos a Miami, y sobre todo no diga eso en los barrios periféricos porque va a recibir más huevazos.

Lamentablemente, es notorio, que Martínez no da la talla para aspirar a ser Presidente de la República.

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