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Lucía en la vía

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@|Que el mundo es un manicomio y los locos han tomado el control del nosocomio es una idea filosófica guardada en naftalina que nuestro Sr. Presidente hace pocos días curiosamente sacó del viejo ropero en su mesurado discurso en la ONU. 

No ha dicho nada nuevo sobre el comportamiento de la humanidad desde el alba de la razón. Sobre el dudoso sano juicio del Hombre, un viejo y hermoso cuento judeo jasídico intitulado “El trigo de la locura” expone una brillante reflexión al respecto y nos muestra la frágil frontera entre la cordura y la locura de la condición humana a la cual nadie de nosotros escapa.

Sin embargo, a pesar de tanto desvarío perpetuado por el Hombre desde que anda erguido, es evidente que ya hubiera desaparecido de la faz de la tierra de no actuar con cierta cordura.

Tal vez el momento histórico de mayor racionalidad, paradójicamente surgió el día después de Hiroshima cuando se advirtió que no habría otra segunda oportunidad para la humanidad. Sin perjuicio de ello, si atrasamos el reloj, sabemos que Nabucodonosor ya había merodeado por los jardines colgantes del palacio caminando en cuatro patas y comiendo pasto; Penélope tejía de día y destejía de noche,; Ofelia, loca de amor por Hamlet que andaba distraído en otros temas, perdió la razón y se arrojó a las traicioneras aguas; el Quijote ajeno a su espacio/ tiempo, arremetía contra imaginarios monstruos medievales devenidos en molinos de viento.
La Literatura, la Historia y la Ciencia enseñan que la locura y la pérdida del sentido común embonan perfectamente.

Ante la disyuntiva que Pilatos le dio al pueblo, de condenar al reo Barrabás o al que luego sería el Rey de reyes de Occidente, lamentablemente optó por salvar a Barrabás y ahí el sentido común fue crucificado primero que nadie; por lo tanto, ejemplos universales e intemporales, personales o colectivos de que el mundo padece esta condición desde siempre no es pólvora descubierta por el Dr. Tabaré Vázquez.

Hoy por hoy, en esta entreverada y ruidosa feria globalizada de saldos y retazos, colegimos que si eso es un manicomio, nuestro bucólico paisito con morfología de corazoncito patas para arriba y que afirma poseer pájaros pintados, no escapa a esa patología. Los síntomas se advierten desde hace tiempo. La pérdida del sentido común se observa en los “cuatro” poderes que ejerce este gobierno de izquierda, ya sea en el Ejecutivo, Legislativo, Judicial y “Sindical”.

Porque se perdió el sentido común cuando se vendió la piel del oso antes de cazarlo, convocando a viejos ex presidentes de la oposición que ni cortaban ni pinchaban a reunirse para analizar cómo administrar el abundante petróleo que brotaba bajo nuestros pies.

Se pierde el sentido común cuando se elucubran retorcidas leyes interpretativas para volver a re fritar temas ya laudados por el Pueblo Soberano en democráticas urnas republicanas.

Se pierde el sentido común cuando una víctima de violencia doméstica con ganas de bailar debe ser custodiada por un policía que a su vez debe ser custodiado por otro policía para que no lo rapiñen peligrosos delincuentes a la caza de policías.

Se perdió el sentido común cuando la Justicia, en San Luis entreverada por irrelevantes tiquis miquis leguleyos deja a un sospechoso en libertad que a los pocos días por desgracia vuelve a cometer otro homicidio. Mientras meses después en una comisaría del departamento de Flores, un perro en actitud sospechosa es detenido e incomunicado durante un mes por supuestamente poco menos que ejercer violencia de género contra unas indefensas ovejas distraídas. Mientras la Sra. Lucía Topolansky, investida de Presidente de la República en ausencia del Dr. Tabaré Vázquez que estaba en Nueva York, no pudo viajar a Empalme Olmos en tren y se queda en la vía.

Por eso en este pequeño manicomio oriental del Doctor Vázquez, no son todos los que están, ni están todos los que son.

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Tabaré Vázquez.

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