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Entre la libertad y la sensatez: el sentido común

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@|En el cercano mes del marzo todos los uruguayos que lo deseemos comenzaremos a ser vacunados.

Los científicos de la OMS nos advierten que para conseguirse, en un tiempo razonable, la esperanzadora "inmunidad de rebaño", que nos proteja a todos (o a la inmensa mayoría), es necesario inocular a un alto porcentaje de una población determinada.

Es preocupante la cantidad de nuestra gente que, según distintos sondeos de opinión, se muestra renuente a dejarse inocular, haciendo uso de su derecho a negarse, avalado por nuestras autoridades ejecutivas.

Es un hecho oficial de gran trascendencia que se sintetiza en una democrática "apelación a la libertad responsable".

Pocas cosas son tan caras a cualquier ser humano, sin duda alguna, como su libertad a decidir sin sentirse coaccionado.

Entre esas pocas se hallan el derecho a estudiar, a trabajar, a disfrutar en salud, a ser atendidos en enfermedad y un día, si llegamos a viejos, a poder vivir decentemente de lo aportado en nuestros años productivos.

Claro está que todo ello implica no sólo derechos sino, también, obligaciones por parte de todos los componentes sociales.

¿Qué podría esperarse de una sociedad en que cada uno de sus miembros, disfrutando de sus derechos, no se viese "obligado" a cumplir con sus deberes?

Imaginemos que se decretase el "pago de impuestos a voluntad del contribuyente". Los aportes obreros al BPS a voluntad del obrero. Los aportes patronales ídem.

Que el pago de aguinaldos, licencias y demás conquistas sociales fuese opcional.

Soñemos que el Impuesto de Primaria, de saneamiento, de calles y veredas dependiese de nuestra "rectitud y consciencia ciudadana", de nuestra "libertad responsable".

Sinceramente, ¿cuántos seguiríamos pagando OSE, UTE, Antel?

Pensemos, sólo por un momento, que la Enseñanza, que la Identificación Civil, la Licencia de Conductor y cien "imposiciones" más, hoy vigentes, no fuesen obligatorias.

Alguien podría objetar que todos esos ítems nombrados son para desarrollar, mantener y proteger bienes que, por ser comunitarios, nos afectan a todos como nación, por tanto su obligatoriedad se vuelve inexcusable.

Teniendo en cuenta que la salud es el bien más preciado e insustituible de la vida(individual o colectiva), me pregunto: ¿no es este lamentable estado de pandemia un mal que está afectando gravemente un bien común a todos los socios y por tanto debemos "imponernos" su preservación entre todos los uruguayos, seamos conscientes o no? ¿A un hijo lo dejaríamos sin escolarizar si no le gustase la escuela?

No hay encargo más noble para un gobierno que la obligación de velar por la salud de los suyos.

Ni actitud más sensata en todos nosotros que escuchar las recomendaciones de los especialistas en salud, que saben de qué hablan.

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