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Libertad y Salud

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@|Recientemente un medio escrito informó sobre la repercusión viral que tuvieron las declaraciones de la Ministro de Salud de Noruega, quien dijo que no tenía autoridad para decirle a la gente lo que debe o no debe comer.
Esto despertó la ira de organizaciones de oncólogos, cardiólogos y otros. Pero las noticias no se transforman en información y conocimiento si no se analiza el contenido.

Sí, aunque cueste aceptar, se vea cómo inadmisible y genere resistencias, la posición de la Ministro noruega es la çorrecta, justa y adecuada, es una posición que privilegia la libertad de las personas. 

Se trata que el Estado no sea manipulador, controlador, ni sea quien gestione la vida de las personas usurpándole la autonomía a los ciudadanos; que dignifique a los contribuyentes pues todos somos actuales o potenciales usuarios de los sistemas de salud y somos los soberanos de los mercados, somos el centro de la economía y del comercio y los servicios. Por tanto, esta calidad de consumidores nos habilita plenamente a ejercer en el uso del derecho y de nuestras facultades y al amparo de las garantías individuales, a consumir todo aquello que satisfaga nuestras necesidades, deseos, aspiraciones y expectativas. 

El Estado no debe operar desde una posición dominante aplicando un poder condigno que lo transforma en una autoridad tirana que cercena libertades y destruye garantías restando libertad.

El consumo responsable no es cumplir sumisamente con la autoridad, sino que surge de la reciprocidad en el ejercicio del respeto y en cómo aprender a dominar la propia consciencia y a autopercepción.

Educación e información son insumos que aseguran la autonomía en la toma de decisiones. Ser consumidor responsable no es acatar el poder central, sino tener acceso a la información sin barreras y con transparencia para tomar decisiones.

Hay miles de formas, estilos de inducir un cambio de hábitos alimenticios. El Estado tiene las arcas frondosas de dinero que le damos los contribuyentes para financiar todo tipo de actividades y acciones que apunten a mejorar la calidad de nuestra alimentación.

Un Estado que obliga, prohíbe, limita y pone restricciones, es un Estado totalitario.

Será difícil de aceptar y de admitir, pero si queremos libertad, lo mejor es ejercerla sin tutelas ni opresiones de ningún sector. 

¿Dónde está la política deportiva curricular en Primaria, Secundaria y Universidad?

¿Dónde está la educación familiar que ponga límites a los deseos inmaduros de los hijos? Estos dos fenómenos colaboran mucho más en aumentar los indicadores de obesidad que prohibir y manipular la libertad.

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