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Levanten la llave general

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@|Este es el objetivo. Vayamos hacia allí.

El titular “bajar la llave general”, aparte de ser una utopía literalmente impracticable, agrava la situación agregándole a la pandemia sanitaria original las epidemias psicoemocional, económica y social.

Creo que es hora de volver a un análisis más cualitativo como al principio, y no concentrarnos en lo cuantitativo del problema, porque la pregunta correcta ante esta pandemia no es la que se hizo el Sr. Castillo: “¿cuánto es multitud?”, sino, ¿cuándo es multitud?

Permítanme un ejemplo exagerado para que el concepto quede claro. No es lo mismo cien personas sin barbijo reunidos por más de dos horas en un local cerrado, que esas mismas personas ubicadas equidistantemente en las gradas del Centenario con su barbijo bien colocado y por un período de diez o quince minutos.

Algunos estudios afirman que una reducción de movilidad baja por un período el índice de contagios. Mucho se ha hablado al respecto, pero los resultados obtenidos difieren en los distintos países que se aplicó.
Lo que sí concuerda la gran mayoría es que, si se sigue cabalmente el cumplimiento de los protocolos y cuidados personales, la baja de contagio es similar o mejor y con un resultado de mayor duración.

Esto implica básicamente el uso continuo y correcto del barbijo, el distanciamiento interpersonal, la reducción del tiempo de contacto y el cambio continuo de aire en el ambiente. Nada nuevo, ¿verdad?

En base a esto, es que sugiero “levantar la llave general” pero, con una férrea fiscalización por parte del gobierno en cuanto al cumplimiento de todos los protocolos, aforos y medidas sanitarias ajustadas aún más a este momento crítico, con sanciones importantes que incluyan multas y el cierre temporario de aquellos centros o locales que no respeten las normas.
Veo con beneplácito que ahora se está hablando de implementarlo, porque sin dudas que, esto era un debe muy importante del gobierno.

Esto hará responsables tanto a los dueños como a los trabajadores que no quieran perder sus fuentes laborales.

Mirémoslo desde esta perspectiva, si ponemos todo el país a caminar bajo estrictas normas y controles, seremos tres millones y medio de uruguayos en movimiento, pero bajo un riesgo controlado.

Hacer lo contrario no va a reducir la población. Sólo cerraría parcialmente las actividades, con varios cientos de miles de personas que inevitablemente se tendrán que movilizar y convivir con el virus, para después llevarlos a sus casas donde lo van a compartir con el resto de su familia que está confinada.

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