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¿Quién le pone el cascabel al gato?

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@|Este dicho popular tiene un significado concreto y en ese contexto, a mi leal entender (y en el de muchísimos más), los gobiernos de turno han eludido permanentemente la imperiosa, necesaria y hasta imprescindible Reforma del Estado. Algunos ignorando olímpicamente su vital importancia y los menos, planteándola con timidez, como esperando una reacción.

Sin embargo, el actual gobierno ha elaborado un programa con estudios previos a la asunción del electo Presidente, proyectando un Estado más moderno, más ágil, más virtual y menos presencial y consecuentemente, procurando ayudar a eliminar el déficit fiscal actual, y comenzar a crecer hasta alcanzar tan ansiadas instancias de superávit fiscal.

Las empresas públicas a través de los años se han convertido en albergue de políticos fracasados o de pobre relevancia y de amigos de los gobernantes de turno, que no se han distinguido en la actividad privada y por su militancia reciben el premio de ser empleado público.

Ello ha llevado a un deterioro paulatino de los Entes Públicos y sus servicios.

Como vemos, salvo escasas y meritorias excepciones, es inevitable una revisión.

Todos los partidos gobernantes, todos a la fecha, han tenido la responsabilidad de lograrlo y la han eludido, aunque el actual quizás la hubiese iniciado si no fuera por el mazazo de la pandemia.

Sin embargo, en este último tiempo se ha implementado el trabajo a distancia, los pagos por trasferencias, el uso de tarjetas de débito o crédito que nos van introduciendo, forzadamente, en un mundo nuevo, preámbulo de la modernización imprescindible para la Reforma del Estado.

Tomando como base los obligados cambios, la Coalición de Gobierno puede afrontar la reforma tecnológica del Estado llamando a especialistas y analistas en su ayuda. Estos podrán cumplir su misión con rigor, desde la ética y sin imposiciones; dejando en claro que la labor del “analista político” deberá verse desde el andén opuesto a la del “activista político”. Siempre promoviendo sus planteos o ejerciendo la crítica hacia ambos lados de la balanza, dejando de lado su empatía ideológica en beneficio de toda la sociedad; buscando en sus propuestas únicamente el bien común, la modernización del Estado y a la vez, mejorando servicios y defendiendo los dineros de los ciudadanos, a quienes en todo el Estado se debe.

Se deberá iniciar por las empresas públicas sustituyendo paulatinamente a un actual personal enquistado, cómodamente inamovible, con beneficios, regalías y prebendas proteccionistas, acumuladas por años de corrupción y despilfarro público, creciendo hasta alcanzar retribuciones faraónicas por pobres resultados tolerados demagógicamente. Y en su lugar incorporando a jóvenes (preparados por Institutos tecnológicamente especializados) con mentalidades emprendedoras, comenzando a transformar a las empresas de servicios que se conserven por considerarlas necesarias, en eficientes motores de crecimiento del país.

Así, el futuro podrá verse con optimismo. Este Gobierno de Coalición bajo la égida democrática de un Presidente que, a pesar de sus jóvenes años, puede decirse ha alcanzado el rango de “Estadista”, será el que, en definitiva, le ponga al Estado el “cascabel al gato”.

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