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Irakli Kurashvili, Embajador de Georgia en Uruguay

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@|La pandemia nos afectó de una magnitud que aún no podemos evaluar completamente. Sin embargo, hay ocasiones cuya celebración no se puede perder.

Este año Georgia celebra el 30º aniversario de la restauración de la Independencia y a pesar de que, por las circunstancias comúnmente conocidas, no podemos celebrarlo junto con nuestros queridos amigos uruguayos, como lo correspondería si los tiempos fuesen diferentes, me gustaría aprovechar este medio para dirigir unas palabras.

Mi país tan joven de 30 años, pero con su historia y cultura milenaria, tiene mucho en común con Uruguay y a eso se debe la cercanía y el afecto que los georgianos sienten por Uruguay, a pesar de la distancia geográfica.

Nuestros países comparten múltiples similitudes, como en términos de tamaño, ubicación geoestratégica, adhesión a valores democráticos, falta de corrupción, libertad económica, seguridad y una sólida posición como punto de tránsito estratégico para el comercio internacional dada su proximidad a importantes mercados.

Por supuesto, nuestro camino desde el estado fallido post-soviético hasta el país europeo moderno no era linear.

Aquí, cabe mencionar y creo que no sería ninguna exageración decir, que, en este proceso Uruguay ha sido una cierta inspiración para mi país, lo cual después de 70 años de la ocupación soviética, el 9 de abril de 1991, declaró la restauración de su independencia.

Aunque Georgia no captó en ese momento las principales cabeceras de la prensa internacional - todavía faltaban meses antes de la disolución de la URSS, para nosotros en Georgia, era el comienzo de la realización de nuestros sueños - vivir en el mundo libre y decidir nuestro destino.
Ya teníamos la experiencia previa, de la Primer República Democrática, declarado con el Acta de Independencia del 26 de mayo de 1918 y su modelo parlamentario, multipartidista, que durante su corta existencia adoptó la constitución garantizando los derechos y libertades para todos de manera inclusiva, con énfasis a la igualdad de género y las minorías étnicas - lo que determinó la estructura del estado que queríamos formar, pero ya habíamos olvidado cómo hacerlo - habían pasado 70 años.

La primera década de la nueva república, lo que hoy denominamos “los tenebrosos años 90”, tuvimos que pasar por los conflictos armados en las regiones separatistas, enfrentamientos civiles. Después, enfrentamos las reformas dolorosas y las amenazas existenciales provenientes de Rusia, que se materializaron en la guerra de agosto de 2008.

Sin Embargo, lo que consolidó a la nación y nos empujó adelante era la visión política irreversible en cuanto a la aspiración de formar parte de la familia europea, lo cual tiene como objetivo la plena integración de Georgia a la Unión Europea y la OTAN, la aspiración que se comparte entre todos los espectros políticos y la población. Georgia se convirtió en un socio de confianza en el ámbito internacional y en las relaciones comerciales, disfrutando de los tratados de libre comercio con numerosos países del mundo.

Hoy en día, Georgia es un país miembro asociado de la UE y un país seguro, con las instituciones transparentes.

Aunque la guerra de 2008 dejó el 20% del territorio bajo la ocupación rusa y desde entonces, recuperar la integridad territorial es el objetivo más alto, seguimos desarrollando, con la esperanza que un día nuestros hermanos en Abkhazia y Tskhinvali se unan a nuestro bienestar.

En fin, recorrimos un largo camino en tan solo 30 años y quisiera aprovechar la oportunidad para felicitarles de corazón a todas mis compatriotas por esta fecha importante, así como desearles una rápida superación del tremendo impacto de la pandemia.

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