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Las inundaciones: nueva visión de futuro

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@|Cada año nuestro país se ve afectado por las crecientes de ríos y arroyos que provocan la evacuación de cientos de familias y su reubicación temporal, así como la destrucción parcial o total de sus viviendas.

Los uruguayos siempre hemos usado materiales tradicionales para la construcción de nuestras viviendas: el ladrillo o bloque de cemento para las paredes y la planchada de hormigón o chapa ondulada para los techos.

Estos materiales tradicionales cambiarán en un futuro cercano, ya que Uruguay se perfila como un país cuya principal producción será la forestal y no la ganadera. Aquellos compatriotas que han viajado a otros países del mundo saben que en muchos de ellos el principal material de construcción de viviendas es la madera.

La madera es un excelente material por su versatilidad al permitir la construcción rápida de viviendas “en seco”, ser liviano, fácil de transportar, durable en paredes exteriores por tratamientos y pinturas, factible de ser prefabricado y transportado en forma de paneles, susceptible de recibir aislaciones térmicas y acústicas, y competitivo en su costo y en su mantenimiento. Las construcciones de madera tomarán un impulso creciente en nuestro país, y las veremos en pocos años en abundancia, tanto en zonas urbanas como en zonas rurales.

El uso de la madera puede ser fundamental para mejorar la calidad de vida de los pobladores de Uruguay que habitan en zonas inundables.

Ya existen en el mundo ejemplos concretos de poblaciones que viven en zonas inundables donde abunda la madera y que conservan sus viviendas y sus efectos personales todo el año, sin necesidad de ser evacuados. Son experiencias de las que podemos extraer material que nos ayude a resolver en el futuro los inconvenientes ocasionados por las inundaciones en nuestro país.

Uno de estos ejemplos es Belén, barrio de la Ciudad de Iquitos en la República del Perú, llamado también la “Venecia amazónica”.

Por razones principalmente económicas miles de familias habitan en las orillas del río Itaya en viviendas que, por ser de madera, pueden ser elevadas del suelo o flotar cuando crece el río. Son dos situaciones que tienen diferente solución:

1. Las viviendas que están más alejadas del río son construidas sobre “palafitos”, o sea elevadas del suelo, de modo que durante las crecientes el agua pasa por debajo de ellas. Esta solución ya existe en pequeña escala en nuestro país.

2. En cuanto a las viviendas ubicadas en la proximidad de la orilla del río, se construyen sobre plataformas de troncos de árbol y flotan en el agua cuando crece el río. Para evitar su desplazamiento por la corriente fluvial, estas viviendas son amarradas por cables o cadenas metálicas a pilotes de hormigón armado anclados en el lecho del río, y cuyo diseño es calculado por ingenieros que definen sus dimensiones, su armadura y la profundidad que debe tener su anclaje en el lecho del río, para asegurar que la, o las viviendas a él amarradas no sean arrastradas por la fuerza de la corriente.
En cuanto a los medios de comunicación peatonal durante las crecientes, se usan pasarelas de madera flotantes que unen las viviendas con tierra firme. También, en el caso de Belén, se usan embarcaciones.

Estas experiencias que han funcionado durante años en otros países pueden servir para extraer de ellas aquellos elementos adaptables a los problemas particulares de nuestro país, que muy pronto tendrá una gran producción forestal, ayudando así a evitar los trastornos causados a los pobladores afectados y a reducir los gastos que son necesarios todos los años en la época de inundaciones.

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