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Inseguridad y circo

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@| Se han disparado las cifras de homicidios y rapiñas. El gobierno había prometido algo que ya no pudo cumplir. Era algo archisabido que quedó patente después de las muestras de impotencia que dio el propio director de la policía. Esta fuerza política que nos gobierna no sólo no puede mejorar la gestión contra la delincuencia, sino que seguramente la empeorará.

Las divergencias internas que en otros ramos han podido sobrellevar con no pocas dificultades, son indisimulables en materia de seguridad y han contribuido con su marasmo al sufrimiento de muchas familias que han tenido que enterrar sus muertos antes de tiempo.

No alcanza con que haya algunas figuras dentro de sus filas que la vean clara, hay grupos enquistados en los tres poderes del estado que son reacios a tomar las medidas que la ciudadanía reclama y merece. Grupos aferrados a un dogma vernáculo, aggiornado, que se ha opuesto sistemáticamente a todo incremento de medidas punitivas.

La gente viaja por el mundo y ve otras cosas. Todo aquel que fue a Rusia vino maravillado por la educación de su gente y de la seguridad que impera. Igual que en otros lados. Aquí estamos en el horno.

¿Qué salida les queda entonces a aquellos que desde el poder quieren pero no pueden hacer nada? La que han aplicado hasta ahora para engatusar a la gente: dialéctica más dialéctica. Compararnos con los peores. Convencer a fuerza de repetir hasta el cansancio que todo lo que se puede hacer lo están haciendo y que venga el que venga no podrá mejorar nada.

En otros tiempos cuando éramos en número más o menos los mismos y había democracia aquí se respiraba el mismo aire que los viajeros envidian hoy en otros países. Pero había orden, normas que se hacían cumplir sí o sí. Ninguna voz se alzaba para defender lo indefendible. Los delitos no se arreglaban pagando en la casa, con la estufa y la manta térmica (al decir de Zubía), aquel que atentaba contra la propiedad no la arreglaba entrando y saliendo del juzgado si pagar peaje. Un conocido delincuente del siglo pasado luego de largos años salió de prisión repitiendo una máxima muy conocida: “el crimen no paga”. Ahora salen para entrar por otra causa peor. 

Y mientras el crimen aumenta y asuela las calles ellos se pelean por candidaturas y andan en cabildeos que son fáciles de imaginar: “si me apoyás te doy esto y lo otro”. Y ahí está el director de orquesta bochando a unos y dando para adelante a otros. ¿Se puede creer en alguien que sea apadrinado por aquel que permitió todo y no controló nada? Aquel que innovó con la ley de la marihuana, que perdonó impuestos millonarios, que autorizó el famoso aval, que sacó la policía de los estadios. ¿Ese delfín mejoraría la seguridad ciudadana?

Ya sabemos quienes son los reyes magos.

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