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La inmadurez polítca que ya fue

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@|Durante los 15 años de gobierno frenteamplista, la administración se vio beneficiada por un marco normativo claro, certero y con respaldo de todos los partidos políticos en materia forestal que le permitió gozar de innegable bonanza.

No sólo eso, heredó y aprovechó gestiones preexistentes a su tiempo, para la instalación de las más grandes inversiones extranjeras directas que la vida del país haya conocido.

Como si fuera poco, éstas llegaron pese a que en el tiempo político anterior a su gestión gubernativa, hubiera estado radicalmente contrario de la instalación de pasteras en el país, y votó en minoría en contra del Tratado de Inversiones con Finlandia, que fuera en complemento con la ley preexistente el factor de llegada de los capitales al Uruguay.

Una vez ya en el gobierno, estando en la posición incómoda que significa públicamente sentar posición anterior contraria a lo que se hace en el plano de los hechos posteriores, y, pudiendo haber sido flanco fácil de aquello de “hacer leña del árbol caído”; la oposición del momento comandada por el Partido Nacional, no sólo puso a su servicio los mejores cuadros técnicos para la defensa del diferendo internacional en que derivara la cuestión de los puentes cortados, sino que dio absoluto respaldo político a todo lo que fuera necesario apoyar al país y por ende al gobierno.

La ley había sembrado de certidumbre jurídica a la agroindustria forestal, los partidos políticos, cada uno en su tiempo, habían contado con los otros para defender con hechos la Política de Estado y que sin dudas el mundo admiró e hizo mayor el contraste a la hora de recibir capitales respecto a la siempre cambiante y desunida políticamente vecina orilla.

Llegó el día en que pasaron los tres partidos políticos mayoritarios por el mostrador del gobierno; los tres supieron antes estar del lado “opositor”, con lo cual una vez que el Frente Amplio pierde las elecciones, quienes gobiernan y la opinión pública en general, pensarían que aquello les habría aportado la madurez política necesaria para discernir qué cosas, aunque en el corto plazo tenga un rédito político menor, apoyar y cuáles no, poniendo por encima de la ventajita el interés nacional.

Una vez derrotado electoralmente, y en plena pandemia, la bancada frenteamplista vio la posibilidad de poner una piedra en el zapato al gobierno apoyando el proyecto absurdo presentado por Cabildo Abierto en el parlamento, con fines de poner marcha atrás al basamento legal que ha sido pilar en la construcción de la agroindustria forestal en el país.

Lo cierto y sin temor a equivocarme, es que la piedra no se la están poniendo al gobierno, sino que se la están poniendo al país. Además de ser incoherente con que en quince años no cambiaron una coma de la ley, todo hace pensar que será otra perla en el collar de los errores de cálculo del Frente Amplio en lo poco que hace desde que asumió el Presidente Lacalle.

La capacidad innegable del Presidente y su equipo de zurcir, seguramente haga que en la cámara alta el proyecto no cuente con los apoyos necesarios, lo cual podría verse como una cuestión algo así como: “bueno no fue tan grave, no pasó”.

El Frente Amplio ha de enterarse que fue gobierno y ya no lo es, y, que a quienes ya fueron gobierno se les exige más que negar todo por el arte de negar, como lo hicieron durante toda su existencia previa al acceso al poder nacional.

Se les exige lo que recibieron: coherencia, responsabilidad y gobernabilidad.

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