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El humor todo lo vale

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@|Hay un panelista de un programa vespertino de TV que, hablando sobre el carnaval, sostiene que el humor no debe tener límites. Dicho de otra manera, en el humor “vale todo”.

Si para él todo vale, seguramente está dispuesto a aceptar insultos de todo tipo hacia su persona. También agravios a su familia y/o burlas a expensas de familiares desparecidos. Basta invocar que es en broma y hasta quizás se ría.

Si no hay límites, hay desborde, hay abuso. En todas las actividades.
En el humor todo vale. Me hace acordar a otra triste frase popular, en este caso una negación que significa lo mismo: “borracho no vale…”. El borracho tampoco tiene límites.

Hay un hermoso tango, “Juventud”, del repertorio del “Mago”, que nos dice cuánto puede lastimar el carnaval con su “cruel ironía”, con sus “bufonadas”.

Argumentos hoy sustituidos por el insulto soez y escatológico. Insulto que por el hecho de serlo causa menos efecto que la ironía o la burla ingeniosa. Va contra la esencia misma del carnaval.

En parte comprendo, es más fácil insultar que elaborar un pensamiento, que satirizar con palabras. Piensan que sirve más la invectiva, que aguzar el ingenio.

Evidentemente, las luces que hoy sobran en los escenarios les faltan a algunos libretistas.

En el carnaval del año 72 (el pachequismo había ganado las elecciones), el ambiente político estaba candente, entre muchas surge una murga de izquierda: “La censurada”. Fue la más radical. El director era Julio Bonavita (ex Telecataplum). Se burlaron de todo, ironizaron a pleno, tiraron línea a mil.

Hoy, en un ambiente que dista mucho de ser como aquel, a todo eso le agregan el agravio directo, la procacidad en letras estilo barrabravas. Se burlan de como murió uno, se ríen del entierro de otro, bromean sobre la viudas. Es un ¡viva la Pepa!

Compadezco a las maestras que tienen que explicarles a los niños que no deben usar este lenguaje tan común en febrero.

Pero si en aras del humor todo vale, como dice el panelista vespertino, los educadores tendrán que marcarlo como excepción y demostrarles a los chicos que los límites sí se pueden derribar.

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