@|Conocí el río Paraná hace unos años, cuando visité las espectaculares Cataratas del Iguazú. Realmente me impresionó la fuerza y el caudal del segundo río más extenso de las Américas, con 4.880 km. El más largo es el Amazonas.

Pero actualmente, muchos trechos de este río que baña Argentina, Brasil y Paraguay, están secos. La causa del descenso de su cauce es por la falta de lluvias, que según la bióloga Cecilia Reeves, se debe al fenómeno climático de La Niña, y la ausencia de los ríos voladores. Estos se forman por la transpiración de la selva amazónica, que hoy en día están afectados por la deforestación y los incendios causados para extender las fronteras agrícolas.

Los impactos de este problema del Paraná incluyen la gestión de la crisis de la Central Hidroeléctrica de Itaipú, la dificultad de la navegación náutica para transportar las exportaciones de granos, la pesca artesanal comprometida y el efecto adverso en el hábitat de innumerables especies.

Esta civilización marcada por la tecnología, parece que ha perdido la consciencia ecológica, que nos debería guiar para cuidar el medioambiente como si fuese nuestra única casa.