@|El sistema político con su casta han logrado hastiar a un pueblo entero. No son nuestros representantes pues se representan a sí mismos, a sus caudillos y a sus banderas ideológicas.
Nos usan para beneficio propio; solo se acuerdan del pueblo y de los ciudadanos cada cinco años; no tienen competencias para gestionar una empresa que se llama país.
Nos quitan libertad a fuerza de leyes y nos adoctrinan a fuerza de instrumentos burocráticos; hacen cada vez más dependientes a las personas de sus decisiones, las dictaduras vaya que fueron mejores que ellos en términos de desarrollo humano, educación, trabajo, seguridad, infraestructura y energía.
Ningún político puede nunca ocupar listas de votación sin pasar por una exigente selección técnica; ninguna calle de ninguna ciudad lleva el nombre de Pueblo, Ciudadanos o Soberanía; sólo llevan sus propios nombres y los de políticos desconocidos en su mayor parte incompetentes y corruptos.
Se protegen entre ellos y hasta del propio pueblo y cierran filas hasta contra el propio soberano escrachándolo sin piedad; jamás el pueblo es reconocido sino ninguneado y castigado como lo hacen los peores tiranos.
Infiltran todos los niveles, estratos y rincones del Estado, organismos y empresas tomando al Estado como botín; dividen la sociedad con vulgares arengas políticas partidarias; deciden en base a prevalencias ideológicas pero nunca en clave de gestión y buenas prácticas de administración; hacen cambios para que todo siga igual; mienten sistemática y organizadamente para mantener al pueblo hipnotizado dentro de una espesa nube de ignorancia; se meten en empresas privadas y deportivas politizándolas y enfermándolas.
Los políticos rechazan todo desarrollo tecnológico que no les deje alguna suculenta utilidad.
Un país y una sociedad que es rehén de sus políticos jamás podrá crecer, pues si el país crece, el primer amenazado es el sistema político. Lo dijo Mark Twin: “Es más fácil engañar a un pueblo que demostrarle que está siendo engañado”.