@|El amartizaje del coche de la NASA es el puntapié inicial que ha traído esperanzas de una posible colonización del planeta rojizo, en los próximos decenios.

Encontrar agua allí será la gran noticia para la humanidad porque implicará poder plantar y cosechar alimentos, y otras utilidades del líquido que da y mantiene la vida, lo que facilitará poder poblar ese planeta desértico.

Colonizar Marte, además, podría ser el plan último si tuviésemos que huir de la Tierra por alguna condición que la haga inhabitable como, por ejemplo, excesiva contaminación y descontrol total de las pandemias.

Ya se escuchan discursos preocupantes sobre otros virus latentes que podrían emerger. Si no se invierte en estudios epidemiológicos que nos informen sobre la presencia de estos, no podremos prevenir problemas de salud pública.

Por otra parte, al estar el mundo tan conectado por el intercambio comercial, turístico y cultural, la población terrestre está cada vez más expuesta y, por ende, puede contagiarse más fácilmente.

Indudablemente, a simple vista parece contradictorio gastar tanto tiempo y dinero en conquistar otro planeta y, por otro lado, no invertir en cuidar mejor este mundo en el que vivimos y convivimos.

Gran porcentaje de esta cuestión está en manos de los políticos, que deciden a partir de sus perspectivas de gobernantes. En Brasilia, el Congreso ya aprobó una enmienda constitucional que recorta el presupuesto destinado a la educación y a la salud de los brasileños.

Otro porcentaje de responsabilidad también está un poco en nosotros.

Como ciudadanos, debemos darle voz a “Gaia”, este planeta que se comporta como un organismo, y que es tan vulnerable como cualquier ser vivo.