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Gobierno frentista

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Antes de la fiesta

@|El socialismo y los socialistas o comunistas dejaron de existir, hace muchos años.

No murieron, claro que no. Viven disfrazados de capitalistas y tanto les gusta el disfraz que desde hace tiempo ya forma parte de ellos. Desde algunos años, los regímenes socialistas que se han establecido en el mundo se llaman así, pero muy lejos de serlo están en la práctica.

Sólo les queda definirse manifestando estar a favor de los pueblos, determinando así que los demás están en contra. Y de eso se trata, de apariencias, porque sustancialmente no les quedó ningún ideal, se manifiestan bajo la égida de una expresión del pasado, ya superada, prácticamente eliminada por haber resultado inaplicable en el mundo, pero eso sí, lo hacen utilizando todos los beneficios que les brinda el capitalismo.
Aquí, el hecho de que vayan contra lo establecido no es ninguna novedad, simplemente lo hacen porque lo establecido no resulta popular, si lo fuera buscarían otra excusa, la cuestión es oponerse necesariamente a algo porque no poseen ninguna identificación nacional.

Frecuentemente les escuchamos decir que la culpa de todo lo malo que sucede en este país le cabe a los partidos tradicionales, así no más, sin anestesia y sin consideraciones de ningún tipo.

Si son capaces de simplificar un hecho extremadamente complejo, reduciéndolo a una síntesis apoyada en algo cierto y en base a ello llevada a una generalidad nacional e histórica, lo único que innegablemente poseen es carencia de motivaciones propias para existir en forma individual dentro de la sociedad.

Engañar es aplicar la doctrina de acompañar y arengar solamente todos los hechos que parezcan populares. Jamás los vamos a sentir a favor de algo que no parezca popular, pero que sea necesario, o con algún objetivo superior a ellos mismos o sus apetencias primordiales, porque de esas posiciones no obtienen rédito político alguno.

A esta altura, ya ha quedado suficientemente demostrado que el engaño, las mentiras a la sociedad no son patrimonio de los integrantes de los partidos tradicionales.

De ninguna manera esto constituye excusa para muchos de sus integrantes, especialmente los de arriba, que durante décadas se vienen confundiendo creyéndose que son lo que representan, sabido es que todos los pueblos siguen aquello que les parece propio, pero lo que un socialista no debería desconocer, es que ante cualquier realidad, todos los pueblos cambian inmediatamente de opinión sobre quienes aclaman como líderes, como ejemplo, es conveniente recordarles que en abril de 1982 todo el pueblo argentino vitoreaba a su gobierno cuando entró en guerra con Inglaterra y pocos meses después el mismo pueblo lo condenaba como la peor porquería que había existido sobre su territorio.

Tengan cuidado, porque pueden llevarse la más grande sorpresa de su vida, la gente no es tonta. El hecho de mostrar como ideal ir contra lo establecido, porque nada tienen para mostrar, el hecho de pretender hacer creer a la misma gente que componen un bloque simplemente porque de todos surge una sola posición, acto que últimamente les viene saliendo mal, está dando como resultado que esta prolongada duración de los ensayos los obliga a quitarse el disfraz, comenzando a mostrarse sin él justamente antes de empezar la fiesta.

Que alguien les avise que matracas, pitos y papel picado no es posible confundirlos con carteles de Fidel, la oz y el martillo o la barba del Che, que les expliquen que los primeros son elementos tradicionales de una fiesta, que les enseñen que algo tradicional forma parte de la raíz misma de la existencia y que los demás no encajan en nuestra fiesta, el hecho de llevarlos puede arruinarles el afán de ganarse el premio al mejor disfraz.
No se engañen, para ganar el premio, siguen dependiendo de la correcta elección del disfraz de los otros.

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