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Gobierno de coalición

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@|El año 2021 promete ser para la sociedad uruguaya aún peor que el año pasado.

Esto está ocurriendo en el aspecto sanitario con niveles de creciente contagio por Covid-19 en la población, con deteriorados niveles de pobreza, desempleo y comportamiento económico.

Existen graves problemas arrastrados de los gobiernos anteriores del Frente Amplio y que se deben enfrentar con firmeza y determinación.

El denominado “costo del Estado” debe ser frontalmente abatido. Tenemos dos países limítrofes con abismales diferencias en sus costos que coyunturalmente nos sacan de cualquier competencia económica, que hoy sólo se disimulan por el cierre de fronteras.

Si no atacamos a fondo nuestros costos internos, seremos borrados del mapa económico en unos pocos meses y entonces sí que tendremos una verdadera catástrofe social.

Sabemos que el combate a los efectos sanitarios, económicos y sociales provocados por la pandemia son absorbentes para el gobierno. Pero no debería serlo tanto como para no centrarse en los cambios que el país necesita, para salir de la encrucijada actual y establecer bases económicas a corto y mediano plazo que le permitan consolidar la coalición y evitar un retorno del “populismo” como ocurriera en Argentina y cuyas desastrosas consecuencias se pueden apreciar.

Creemos que se debería convocar a un “think tank” integrado por miembros de la coalición, expertos científicos, personalidades de la oposición, cámaras empresariales y sindicatos, que elaboren planes estratégicos para que el Poder Ejecutivo redacte las leyes que el Poder Legislativo deberá aprobar para que el país se encamine a su recuperación económica y social.

La creación de empleo debería ser la principal meta, sobre todo enfocada a sacar de la indigencia y de la pobreza a miles de uruguayos, principalmente niños, con énfasis en su educación, desarrollo intelectual y moral.

Para ello, se debería impulsar al sector privado para que sea el motor que active la demanda de trabajo, siendo el Estado quien proporcione los incentivos para su concreción con financiamiento a través de créditos blandos de organismos multilaterales de crédito que establezcan metas y revisiones de cumplimiento.

La pretensión de lograr las reformas sin enfrentamientos con grupos de interés o corporativos sería fútil; y es preferible que en vez de gastar “pólvora en chimangos” refutando las críticas por cualquier acción o inacción que haga o deje de hacer el gobierno en la actualidad por el combate a la pandemia, se emplee en la defensa de las necesarias reformas que la sociedad reclamó al votar al actual elenco gubernamental.

Una nueva LUC – previamente negociada entre los integrantes de la coalición – se debería propiciar para así avanzar hacia las metas antes descriptas y así dando razón al dicho de Don Quijote: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos” y no su parodia de “Ladran Sancho, señal que hay perros”...

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