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Fusible quemado

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@|Se dice que los Ministros son fusibles que deben saltar cuando el Presidente se ve afectado por algún problema político en la gestión del Ministerio que le sea perjudicial a su gobierno. Aquí no hubo más que un problema interno de la Coalición.

Sólo han transcurrido cuatro meses del nuevo gobierno cuando ya se produjo la primera renuncia en el gabinete.

No se trata de un hecho menor que deba quedar prontamente ignorado u olvidado. Se trata del titular del segundo principal socio de la coalición multicolor. Se trata del integrante del gobierno mejor valorado en su gestión por las encuestas de opinión pública.

En estos cuatro meses se ganó esta consideración por su destacado accionar en el caso del buque Mortimer, en el regreso de compatriotas varados en el exterior a causa de la pandemia y en avances significativos en futuros acuerdos comerciales. Su conducción en la Cancillería se basó en personal de carrera y no en figuras políticas y es ahí donde comenzaron los choques con el Presidente.

Éste aparentemente se sentía obligado a cumplir diversos compromisos que lamentablemente no hacen más que comprobar que hay dirigentes a los que se tiene que atender con cargos presupuestados en el caso que no lleguen a ocupar bancas a las que se postularon.

El primer problema que saltó fue el de la designación de embajador en la Argentina, donde el Presidente impuso a su correligionario, el ex Intendente de Florida, Carlos Enciso que previamente había nombrado como titular de la Corporación Nacional para el Desarrollo, donde llevó en su lugar al Dr. Miguel Loinaz, que hubo de renunciar a los pocos días, luego de declarar que tenía a su pareja contratada como Secretaria para seguir atendiendo su actividad profesional privada. Luego pasó algo parecido con la designación de embajador en los Estados Unidos de América.

Lo más grave es que se usa una conversación privada entre el Presidente y el Canciller para filtrarla a la prensa y donde éste le anuncia su intención de dejar su puesto en el futuro para poder dedicarse a la conducción de su Partido, algo que su trabajo de dedicación total no se lo permitía.

Si esto no hubiera trascendido – como debía haber ocurrido, salvo que alguien de la interna del poder lo hiciese – el Canciller seguiría en su puesto; ¿quién sale ganando o perdiendo?

Pierde el Uruguay. Pierde a un funcionario capaz, desinteresado, de amplia experiencia internacional, con muchos contactos e ideas claras en cuanto a lo que se debe hacer para recuperar el tiempo perdido en estos últimos quince años de alineamiento político “progresista”.

También le debe haber servido al ex Canciller para aprender que la diplomacia es un arte complejo, donde no siempre la sinceridad da buenos dividendos y muchas veces es mejor guardar ciertos secretos para usarlos o hacerlos saber en el momento oportuno y nunca con meses de antelación, porque es jugar con desventaja…

Otro si, yendo a las comparaciones futbolísticas, la directiva del club resolvió cambiar al Director Técnico, que podría hacerle la competencia en las próximas elecciones, por un jugador de buenas condiciones técnicas dentro de la cancha y con simpatías manifiestas, pero que no se sabe qué compromisos pueda tener con otros jugadores, algo que el anterior DT evidentemente no tenía.

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