@| El problema secesionista de Cataluña lo podríamos conectar con la imagen de la frontera de cristal del escritor mexicano Carlos Fuentes. 

Ser de cristal una frontera puede entenderse en sentido metafórico como algo muy tenue, débil, casi inmaterial, frágil, rompible. 

La idea de frontera es indudable y relativamente reciente ante los millones de años de existencia humana en la Tierra. Claro que los homínidos habrían tenido algún tipo de dominio de regiones que territorializaban de alguna manera el mundo. 

Esos territorios no tenían delimitaciones precisas, serían los accidentes geográficos los que ayudaban a “crear fronteras”. Pero como los primeros humanos eran nómades, vagaban y se establecían temporalmente en diversos territorios, por lo tanto, no servía de mucho marcar límites.
Cuando el hombre se convierte en sedentario, es decir, consigue vivir en un lugar de donde obtiene su alimento, vivienda, protección y, en cierta medida, riqueza, las fronteras se establecen con muros de piedras y murallas de castillos. Un gran ejemplo es la gran muralla china, que es un gigantesco límite territorial. 

La organización politico-administrativa de los Estados-Nación europeos se duplicaría por el mundo a partir del siglo XIX y llegaría a casi todos los rincones del mundo. La idea de frontera será muy precisa gracias a los avances de la tecnología, pero dentro de muchos territorios organizados bajo la centralización del poder, las diferencias culturales y étnicas son totalmente reales. Los humanos somos diferentes como en la Naturaleza hay diferentes especies de animales y vegetales. 

Por otra parte, somos todos iguales desde cierto punto de vista: somos parte de la vida que subsiste desde hace miles de millones de años en este planeta azul. Por lo tanto, todos tenemos la misma estructura biológica. Y esto ya es mucho, porque cuando se originó la vida, nadie ni nada pensó en fronteras dentro de la vida; la idea de vida es sólo una.