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Forestación: en el ojo del huracán

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@|Las últimas semanas del año 2020 han traído a la discusión aspectos vinculados a una denominada “ley forestal”; ciertamente corresponde a un proyecto de Ley aprobado por la Cámara de Diputados, con alto contenido político, desmarcado -en forma y fondo- de la normalidad de actuación del cuerpo.

Para entender las falencias del mismo en aspectos técnicos, recomiendo escuchar una entrevista realizada al Ac. Ing. Fernando García Prehac el día 24 de diciembre, en el programa “Tiempo de cambio”. Allí se responden todos los aspectos críticos de quienes presentaron e impulsaron el Proyecto de Ley.

Deseo enfatizar en aspectos “dogmáticos” que fueron referidos, tanto por los impulsores, como por quienes -desde organizaciones sociales- lo apoyaron.

Se discute sobre una dicotomía forestación: fábricas de celulosa, lo cual es totalmente falso y engañoso.

Para aportar información a nivel mundial, anualmente se cosechan casi 2.000 millones de m3 de madera, de los cuales el 46% se destina a celulosa, y el 58% a industrias de transformación mecánica. Los subproductos de ambos complejos industriales, nutren industrias que involucran mayor valor agregado y el aprovechamiento total del recurso que de esta manera genera riqueza, trabajo, sustentabilidad.

El mundo está siendo testigo de la transformación de las industrias de celulosa en “biorrefinerías”, la utilización creciente de la celulosa para fabricación de tejidos y biocombustibles, de la lignina para la producción de adhesivos que sustituyan algunos sumamente contaminantes, y de los biocombustibles. El mundo de la transformación mecánica ha desarrollado paneles cuyas propiedades permiten el uso de la madera para construcciones en altura.

En tanto esto ocurre, en Uruguay la preocupación es limitar el derecho de propiedad y prohibir la forestación, desconociendo la experiencia técnica del país respecto a la producción y el cuidado de los recursos naturales.

Nunca imaginamos que con 1 millón de hectáreas plantadas pudiésemos desarrollar un complejo productivo-industrial tan potente que hoy necesita de la inversión y la tecnología para completar su funcionamiento.

Las importantes exportaciones de madera de pino en rolo que se han realizado desde hace un par de años- con muy poco o ningún margen para los productores- muestran la disponibilidad de materia prima para industrias que aún no están instaladas en Uruguay.

Ahora bien, ¿cómo podemos soñar en atraer inversiones que por su tecnología requieren interés extranjero?; ¿por qué razón se desea penalizar a los productores rurales (que sin dudas en el comienzo de los reclamos apoyaron a Un Solo Uruguay) impidiéndoles que establezcan acuerdos para plantar parte de sus campos?

Exhorto a muchos ciudadanos que sin dudas se apresuraron a apoyar conceptos falsos, a que realicen sus consultas al nivel académico, que sin dudas, le permitirá actuar proactivamente para el bienestar de nuestro país.

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