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El éxito forestal

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@| En el chisporroteo electoral todos tratan de sacar ventaja de lo propio y de lo ajeno. El dilema del votante es a quién creer. Se presume buena fe en los planteos de un país mejor pero hay antecedentes y realidades que deben respetarse. Las ideologías perimidas de derechas e izquierdas apoyan su poder en sistemas de intereses que degeneran de legítimos a delictivos.

Leyes y valores son sustituidos por mafias que se apoderan de toda actividad que produce dinero. Así entonces el sudor de la frente es jaqueado por el cambalache y en épocas de cambios avasallantes se dificulta visualizar futuros venturosos.

Dentro de este panorama asoma la forestación como ejemplo exitoso. No solo por la riqueza que crea sino por los procedimientos. De la mano de una mentalidad de trabajo serio ha doblegado nuestra viveza criolla y se han creado cadenas de desarrollo donde se aplica el ganar y dejar ganar. Se aúnan capital, técnica y trabajo y, en las múltiples reuniones evaluatorias, se palpa el beneplácito general. Y, pese a los agoreros del mal, estamos ante megas inversiones que aseguran progreso por decenas de años superando intereses políticos ocasionales.

Pero en tiempos electorales es justo remarcar quien es quien en esta obra. Y nadie puede desconocer la incidencia del Partido Nacional y sus hombres en esta realidad. Desde José Otamendi en 1916, a los pioneros Alejandro y Alberto Gallinal, al magno diagnóstico de la CIDE de los colegiados blancos, al trabajo del Ing. Larrobla, a la apuesta de los Otegui con su Forestal Oriental en el norte y Omar Urioste en el Sur. Todo concretado en el directorio de Wilson Ferreira, con la gestoría de Alberto Zumarán, en la ley que hoy rige la buenaventura. Y la puesta en marcha en el gobierno de Lacalle con la Ing. Rosario Pou al frente. Y por supuesto que se debe recordar a Fanapel, Arazatí, Cajas notarial y profesional y Foresur entre otros precursores. Y luego la Sociedad de Productores Forestales, el Ing. Ligrone y empresas que se jugaron a un negocio a muchos años.

Y así se plantaron un millón de hectáreas creando la necesidad de industrias que valorizaran madera. Y allí fue cuando Forestal Oriental atrae a Botnia ofreciéndoles un piso de 80.000 hectáreas para iniciar actividades y logística de gestión. Y así se creó una verdadera cooperativa asociando a productores, técnicos y empleados cuyos testimonios dicen de sus bondades como ejemplo eco-ambiental y silvo-pastoril. Y se construyó salubre mega planta de celulosa continuada por UPM. ENCE dio pie a Stora Enso y Arauco con otra similar y ahora asistimos a la concreción de la segunda planta UPM.

Este éxito del ya primer rubro de exportación, y con posibilidades de multiplicar producción, empuja el progreso general obligando trenes y puerto de primer mundo. Y ahora todos quieren ser padres de la criatura. El presidente Vázquez suplica este salvavidas y olvida que se comprometió en Gualeguaychú a parar la planta alentando años de cortes y amenazas. Y otros se subieron al carro cuando el Partido Nacional y la palabra honrada de Jorge Batlle aseguraron la aprobación de la ley en 1987, cuya vera historia detalla Luis J. Martínez en el volumen X de Colección Los Blancos.

Así como de otras que enmarcaron la desperdiciada explosión productiva de las últimas décadas. Bienvenidos los reconvertidos a esta necesaria política de estado pero en instancias de decidir futuros a Dios y al César lo de cada uno.

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