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La enfermedad como efecto

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@|Quién no ha visto en los últimos años, algún amigo, vecino, compañero de trabajo o pariente, enfermar, padecer y lamentablemente morir, como consecuencia de las llamadas enfermedades autoinmunes.

Hoy más que nunca, se cuelgan etiquetas con nombres rimbombantes a personas de todas las edades que padecen desde un cansancio atroz, hasta un sarpullido persistente.

Su “enfermedad” es autoinmune y por lo tanto incurable, culminan sentenciando luego de largos períodos de estudios, consultas y ateneos, los médicos que se encuentran muchas veces tan o más desconcertados que el propio paciente.

Cortisona en grandes cantidades e inmunosupresores son las vedettes en los tratamientos que culminan agregando nuevas enfermedades a la lista de dolencias iniciales.

Pocos, francamente muy pocos, son los galenos que se bajan de sus aprendidas recetas para recorrer nuevos caminos en la cura y el conocimiento de estas nuevas dolencias que reclaman involucrarse en otros planos de la vida de ese ser humano que consulta porque algo no anda bien con su salud.

Es real e irrebatible el crecimiento y la proliferación de este tipo de enfermedad autoinflingida por el propio organismo del paciente por causas desconocidas.

El ¿por qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo? y sobre todo el ¿para qué? Son preguntas que deberían ser de mucha ayuda para desentrañar la naturaleza de cada “enfermedad” antes de la receta fácil y complaciente.

El médico debería cambiar su enfoque y cruzar la vereda de la empatía, dejar de estar enfrente para situarse al lado del paciente. El incluir un enfoque emocional y psicológico en un diagnóstico que tome al enfermo como un todo y no como una isla.

Claro está que esto no es para nada posible dentro de una medicina defensiva y pautada como la que estamos viviendo. Salir de ese paradigma, huir de lo establecido y abrir nuevos caminos usando nuestras propias huellas para hacerlo no es nada fácil y por eso, felicito a los que se animan, médicos y pacientes, familiares y amigos, que ven, buscan, preguntan, estudian, leen, releen, debaten y defienden sus propias ideas, sus cuerpos, sus vidas y las de sus allegados en la seguridad de que solo con información, podemos decidir si un tratamiento servirá o no en cada caso y si lo positivo está por encima de lo negativo en el proceso.

Solo tenemos un envase y será el mismo toda nuestra vida, cuidémoslo.

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