Triste realidad
Un hijo más que se va, no sólo por ser mi hijo sino por ser hijo del país, con la capacidad de tantos y la honestidad de tan pocos.
Volvemos a sufrir la fuga de uruguayos jóvenes que merecen oportunidades donde nacieron. Porque el país es de todos; ellos contribuyeron a formarlo.
El desencanto, la mentira, el fraude, la corrupción que ya no se oculta y sobre todo “el acomodo” de incapaces parientes y amigos del gobierno que saturan las chances de trabajo, decepcionan y agotan.
Hoy la tristeza se enlaza con la impotencia y esto es un volcán germinando.
¡Alerta! ¡Cuidado! A los que administran nuestro dinero; a los que deterioran nuestra calidad de vida y nuestras familias.