@|Extraña el repentino interés de la oposición en la compra de una vacuna, máxime considerando que no dejan de ser experimentales (si asumimos que no ha pasado ni un año de su aparición como para tener claro los efectos secundarios que pueden tener en toda la población).
Apelan al falso concepto de que la vacuna lo soluciona todo. Es decir, nos vacunamos y el Covid-19 desaparece, puedo hacer lo que quiera sin consecuencias; cuando lo cierto es que dependiendo de la vacuna será la cantidad de dosis y la demora en que haga efecto, eso si no hay efectos complejos.
Ahí es donde la lógica del gobierno encaja perfectamente. Primero analizar qué vacunas hay, qué efectividad tienen, demora en hacer efecto, cantidad de dosis, requerimientos (algunas necesitan cámaras refrigeradas y se deben aplicar con rapidez), efectos adversos corroborados, tiempos y capacidad de entrega del proveedor. El precio en este caso es lo último. Dependiendo de este análisis se determinará cuál o cuáles comprar.
Apurarse y comprar por precio o por arreglos entre gobiernos (como Argentina) sólo conllevará a asumir un mayor riesgo de que sus efectos afecten negativamente a la población...
Es ahí donde aparece el palo en la rueda; compra rápido que haciéndolo así tenés más chance de equivocarte y de favorecernos.
El distanciamiento social, el tapabocas y el lavado de manos seguirán siendo, más allá de la vacuna, las medidas paliativas de esta pandemia.