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Dr. Pablo Mañé Garzón

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@|Doctor Fernando Mañé Garzón constituía, en sí mismo, una institución. Médico eminente, investigador científico, historiador de la medicina en una clave de amplia visión sobre el pasado, humanista acercado a todas las ramas del saber, esos trazos de su personalidad se congregaban en un ciudadano amable y optimista, pleno de entusiasmos y quehaceres.

Vivió mucho y llegó a los 94 años de edad, rodeado de respeto, cariño y admiración, en todos los ámbitos, bien variados, en que alternó. Solíamos encontrarlo en la casa del Contador Pascale, deslumbrados siempre por su chispeante charla, erudita y divertida a la vez, que de inmediato congregaba. En ella se mezclaban el apunte social, el conocimiento del “quien es quien” en todo el Río de la Plata y un apasionante cúmulo de historias personales. Por ello, su fallecimiento suma, al sentimiento de pesar por la pérdida de un compatriota relevante, la conformidad que ofrece el espectáculo humano de una vida plena, vivida con un entusiasmo juvenil que los años no habían adormecido.

Sus obras son de enorme atractivo y felizmente quedan, como mojones para ir construyendo una historia capaz de incorporar a su relato mucho más que la peripecia política o los avatares económicos. Las biografías de grandes figuras de la medicina como Vilardebó, Susviela, Pedro Visca, Enrique Estrázulas, nos acercan a ese mundo inquieto que hizo lo mejor del país. Su historia de la ciencia, desde el descubrimiento hasta el Siglo XVIII, es un aporte hasta ahora singular de esa amplia perspectiva. Otros trabajos, como “El gringo de Confianza” y “No es para tanto, mi tío”, narran con vivacidad episodios en que la política y la medicina se cruzan, para desnudar el país bravío del siglo XIX y los albores del XX.

Hacemos llegar nuestro profundo sentimiento de pesar a la larga familia que construyó, a los alumnos que formó y a quienes tuvieron el privilegio de trabajar junto a él.

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