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Entre docencia e indecencia

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@|A raíz de un pedido de informes del diputado colorado Felipe Schipani, relacionado con las licencias sindicales otorgadas a dirigentes de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), se hizo público que el profesor de historia Marcel Slamovitz, justificó 250 faltas, como licencia gremial.

A esa situación, irregular por donde se la mire, según ha trascendido, habría situaciones similares y hasta peores, en otros docentes, a las que se suman ausencias por certificaciones médicas.

Tan irregular que, si se lee las actas del Consejo de Secundaria, donde se trató concretamente el asunto del señor Slamovitz -nos resistimos a llamarlo profesor- la exdirectora Celsa Puente, en 2017 en una reunión del Consejo de Secundaria: “reconoció que había una “larga lista” de faltas de dirigentes de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) a justificar por fuera de la licencia sindical” (El País 15.05.2021). El mismo órgano de prensa informa: “El consejero de la época, Javier Landoni, pidió “proteger” a los docentes, porque si salía a luz la información sobre las inasistencias “serían sometidos al escarnio público”.
El consejero Landoni, pide o tal vez exige, proteger a quienes, sabiéndolo, estaban abusando de sus privilegios, a los corruptos.

La pregunta es: ¿quién protege a los alumnos? Los educandos se trasladan al centro de enseñanza donde se enteran que quien debe impartir la materia -en el caso concreto, Historia-, no irá, tampoco hay quien lo sustituya.

Por si fuera poco, según las actas, cuando se le pidió al responsable que repusiera las horas, no hubo acuerdo en qué momento sería.
Es decir, no podía o no estaba dispuesto y punto.

Cabe preguntarse, si tuvo esa cantidad de ausencias, que no fueron cubiertas, ¿cómo se le dio por aprobada la materia a los alumnos?

Aquí no caben suposiciones, ni especulaciones, no estaban, no podían estar preparados para aprobar; en esa situación, no dudamos que para cubrir su irresponsabilidad, les otorgó la aprobación anual. Someterlos a examen, será dejar al desnudo su ineficiencia.

En nuestro país hay cientos de maestros y profesores que cumplen con su obligación laboral, basada en una vocación tan noble como la de enseñar; basta pensar en las maestros y maestras rurales, cuyo sacrificio diario es digno del mayor de los reconocimientos, a quienes estos seres ofenden, como a la gran mayoría de maestros y profesores que cumplen con su deber.

Como se ha sostenido la docencia se vive, no se ejerce. ¿Es un trabajo? Sí. ¿Es una vocación? Sí.

Aristóteles sostenía: “Allí donde se cruzan tus talentos y las necesidades del mundo, está tu vocación”. Aplicándolo a nuestro país hoy con la crisis sanitaria que sufrimos, que están siendo afectados particularmente los educandos en todos sus niveles, es imprescindible la vocación, la productividad y el compromiso de los maestros y profesores. Algo de lo que no conjugan quienes actúan como Slamovitz y Landoni.
Lo del título.

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