@|“Chorizo y Videt”. Esa frase se me quedó impresa en la memoria, refiriendo a cosas que no pueden ser equiparadas, comparadas, ni medidas por un mismo discurso.
En la reciente inauguración del Memorial a los Presos Políticos y Víctimas de la Dictadura (referidos a los encarcelados no a los desaparecidos), la Señora Ministra Muñoz tuvo la poco feliz idea de equiparar o asociar lo que representan los presos políticos en la dictadura, con lo que implica ser sobreviviente de lo sufrido en el genocidio, exterminio y campos de concentración del nazismo, lo que es muy distinto de la persecución y encierro de sediciosos (no en un uso peyorativo del término sino literal), o disidentes.
Si bien en ambos casos, existe violación a los DDHH, comparar la prisión por manifestaciones y reivindicaciones políticas, con experimentación (biológica), cremación (vivos) y exterminio, de niños, mujeres y/o personas con discapacidad, marcados como ganado por argumentos genéticos de superioridad, es por lo menos cuestionable.
Comparar la persecución política de un grupo opositor a un régimen, expuesto a sabiendas a las consecuencias de ello pudiendo elegir según sus convicciones su accionar, con el Holocausto y Genocidio de un pueblo de la manera más aberrante, sólo por haber nacido de una “raza” (hoy etnias), el color de piel, su lengua o su discapacidad, es una aberración.
Creo y entiendo, según convicciones e ideologías, que los presos políticos en sí mismo, pueden representar significatividad y simbolismos, de/en luchas, causas y sentidos, sin necesidad alguna de desfigurar tanto la Historia al pretender equiparar riesgos civiles, políticos y personales asumidos en defensa de ideales (que por supuesto no dejan de ser delitos de lesa humanidad), con la condena a muerte per sé, de un niño por su ascendencia biológica y/o cultural.
La reivindicación de ideales políticos partidarios, los homenajes a referentes ideológicos y representativos, el simbolismo de mártires, son válidos e incuestionables (para cada sector/grupo/movimiento/partido); sin embargo, en nombre de, no pueden permitirse a referentes estatales hacer estás analogías impunemente, sin considerarlo un insulto a la diáspora que sufrió un crimen tan aberrante (a la humanidad), que en algunos países tan solo negarlo es delito.
Si bien puede entenderse el planteo de Muñoz y su intensión expresiva, equivoca el ejemplo, algo que no es menor.
Yo pienso que la Señora Ministra debería pedir disculpas públicas por sus dichos.