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Desnutrición cognitiva

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@| Con la Ley General de Educación No. 18.437 de diciembre de 2008, surge el INEED, Instituto Nacional de Evaluación Educativa, integrado por representantes del Ministerio de Educación y Cultura, la Administración Nacional de Educación Pública, la Universidad de la República y un representante de la Educación Privada Habilitada. Uno de sus cometidos más importantes es el de evaluar la calidad de la educación en nuestro país en todos sus niveles. Este Instituto ha padecido de una suerte de pudor, por no decir encubrimiento o disimulo, al tener que informar a la población sobre el real estado de la educación en el Uruguay y ello le ha significado el alejamiento por renuncia de algunos de sus directores, quienes si bien argumentaron “razones personales” para irse, sus declaraciones permitieron atisbar problemas de significación. Problemas que, debieran reconocerse francamente y discutirse con evidencias sobre la mesa, en forma clara y abierta. Ya que si no se apunta a obtener una población altamente educada, donde aspiremos a que la comprensión lectora habilite el razonamiento y análisis crítico, por cierto acompañada de conocimiento y creatividad, la inserción social será muy difícil de lograr, principalmente en aquellos sectores de nuestra sociedad menos favorecidos. Además, debiera sumarse la educación en valores -que hacen a la conformación del necesario entramado social republicano- que se advierte resulta cada vez más ausente.

Recientemente, uno de los directores del INEED, va más allá y reconoce que, como otros profesionales y “muy a su pesar”, envía a sus hijos a la educación privada, y apunta a que debiera resolverse el problema de la “desnutrición cognitiva” de los escolares del sistema público. Esto alerta sobre la necesidad de una profundización en planes a aplicar en el sistema educativo, que logre interesar a los educandos y entusiasmarlos con el contenido de los programas a desarrollar, disminuyendo cuando no evitando, la deserción escolar y facilitando la continuación de los estudios en los ciclos posteriores.

Este profesional propone, la evaluación de los alumnos y de los maestros, a efectos de que se armen los grupos de tal manera que se puedan evitar las diferencias o diversidades dentro de una clase no pretendiendo la “selectividad”, sino “modulando la diversidad”, lo que hoy estamos muy lejos de lograr.

Es muy cierto que se han destinado a la “educación” grandes recursos financieros, pero los mismos, si bien han significado notables mejoras retributivas a los cuadros docentes, no han tenido el retorno que se esperaba resultara acorde con esos montos a los que todos contribuimos. Se prometió “cambiar el ADN de la educación” y evidentemente nos encontramos en un problema que las propias autoridades responsables de la evaluación pretenden minimizar. La verdadera inclusión social, se gesta desde esa formación escolar. Pero los resultados obtenidos en la educación pública son harto preocupantes, cuando desde el propio INEED se oyen opiniones que apuntan a romper el modelo clásico de las escuelas y crear centros de estimulación cognitiva para paliar y tal vez, resolver esa desnutrición que se constata en aquellos niños y jóvenes que experimentan la frustración de una educación que no termina de interesarlos y que a la vez, desaprovecha su natural interés en adquirir nuevas habilidades y conocimientos.

No se trata de atribuir responsabilidades, ni menos culpabilidades en quienes han tenido el deber de la conducción de estos organismos de evaluación, asesoramiento y decisión. Se trata de encontrar en forma por demás apremiante, caminos a recorrer para la necesaria recuperación de estas poblaciones de educandos menos favorecidos, próximos ciudadanos de nuestra República, para encausarlos e insertarlos en la sociedad de la que forman parte y a la que debieran de contribuir con su compromiso y esfuerzo. Tamaña tarea y enorme desafío por llevar adelante.

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