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A la deriva

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Ministerios incompetentes

@|El ser humano que transitó la vida proveniente de familias bien conformadas que se ocuparon de la formación ética y moral de sus hijos, es responsable de acreditar y trasmitir los valores obtenidos a sus descendientes comprometiendo el status familiar y obligando a trasladar el aprendizaje al resto de la sociedad. 

Uruguay fue un país diferente, no mejor, que otros países latinoamericanos, pero asumió un sentimiento de unidad de toda la sociedad sin importar donde se nació y disfrutar al unísono los logros educativos, culturales, sociales o deportivos, interpretándolos como éxitos de hermanos de sangre, no importare de dónde procediere. 

Hablamos de los literatos, de los cultores de la pintura artística, de la humildad de la clase política, de los estudiantes de cualquier barrio y escuela, de la amistad de hijos de empresarios y trabajadores, de la diferencia de los partidos políticos, hasta ubicar el equilibrio que beneficiara a la sociedad. 

El deporte ha estado en el podio posicionándonos entre lo mejor del universo futbolístico, consolidando la unión de todos al defender nuestra enseña nacional con alma y corazón, habiendo superado en finales mundiales a nuestros hermanos de Argentina y Brasil, hasta límites que nos han prestigiado en el mundo entero. Uruguay se transformó en un país admirado y temido en aspectos de competencia deportiva, porque no se inhibió en su moral para enfrentar a potencias de calibre mundial y superarlas con una garra superlativa. 

Los tiempos cambian, existen facetas que se mantienen como el alma y la garra de los deportistas, fútbol, basquetbol, tenis, hockey, yacht, rugby, atletismo y otras disciplinas que a pesar de condiciones demográficas de país muy pequeño, nos ubicamos en posiciones relevantes.
En lo que se aprecia gran retroceso es en la ejecutividad de la clase política ya que se expresa mucho a viva voz y se realiza muy poco, comprometiendo la macroeconomía y desmereciendo la economía del conjunto de la sociedad. 

Le pedimos a la política dejar de luchar por temas de corrupción de gobiernos de otros países y comprometerse a mejorar la calidad de vida de hermanos de diferente condición que sufren en carne propia la desintegración familiar y quedan expuestos sobremanera los jóvenes a ser captados por el narcotráfico u otras actividades delictuales, que perjudican cotidianamente a la sociedad en su conjunto. 

La vida ya no se considera un valor por quien delinque, quedando expuesto a matar o morir; pero el día a día, está plagado de inocentes que pierden la vida injustamente. 

A los últimos gobiernos le ha hecho muy mal la distribución de responsabilidades ministeriales, ya que en la proporcionalidad, en lugar de ingresar por cada partido de las coaliciones de gobierno quienes se hubieran especializado para la difícil función administrativa y ejecutiva de cada cartera, culminó siendo un caos organizado (burocrático clientelista).
El Mides, presidido por la Sra. Arismendi, ha sido incapaz de resolver la presencia de uruguayos en situación de calle creciente y desatendiendo situaciones especiales de fácil solución como aconteció con un padre y su hijito, resuelto con mucho amor por particulares. 

El Sr. Bonomi, que por su actividad del pasado hubiera necesitado estudios pormenorizados que dilucidaran si estaba preparado para proyectarse cambiando de mostrador; hasta el momento lleva muchos años al frente de la cartera sin ningún atisbo de disminución sustancial de actividad delictiva. 

La cartera de Educación en un limbo; aceptado por el gobierno para no perder el apoyo de los sindicatos, dejando de rehenes a los niños y jóvenes que debieran ser cultores de aprendizaje superior para fundamentar el Uruguay del futuro. 

La improvisación se ha profundizado a límites insospechados desde el gobierno de Mujica y la cartera invisible, que es la de humanismo, al límite de esfuerzo económico por parte de la población.

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