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El deber cívico

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@| Siendo el año próximo las elecciones nacionales, dependerá de la conducta cívica de los uruguayos, el futuro que depare al país el siguiente período de gobierno. 

Votar, aparte de ser obligatorio, es un deber moral que tenemos todos los uruguayos, de elegir a quienes estemos convencidos - por sus exposiciones y programas de gobierno durante la campaña electoral -, que son aptos para gobernar con justicia y efectividad a nuestra comunidad. 

Dicho esto, pues si bien hemos sido severos jueces de la gestión actual, también es cierto que quien colocó a los presentes gobernantes en ese lugar fue el pueblo oriental, bien llamado “soberano”, por mayoría de votos.
Por lo tanto la ciudadanía no puede desconocer el grado de responsabilidad que tuvo su elección, con las lamentables consecuencias que tenemos a la vista, dándonos una lección de vida que deberíamos ser más cuidadosos al elegir a nuestros gobernantes. 

La indudable aunque por momentos velada discriminación que el presente mando le hizo a los profesionales universitarios, creó la convicción de que se podía prescindir de los conocimientos y la experiencia adecuadas para conducir Organismos del Estado, cuyas jefaturas en varios casos terminaron ejercidas por improvisados jerarcas, políticamente aceptables para el partido de gobierno, pero que carecían de la preparación, idoneidad y credenciales para presidir dichos cargos. Ni siquiera sus nombramientos tenían lógica por tener méritos empresariales y/o éxitos en el ámbito privado. La realidad es que llegaron a esos cargos por reciprocidad, favores políticos y favoritismos. 

Como todo esto no puede volver a pasar, debemos poner las cosas en su lugar, dándole al conocimiento el respeto que merece y descartando a quienes no pueden desempeñar con eficacia los cargos estatales, pues dependerá de todo ello el cambio que tanto precisamos para sacar a nuestro país de la profunda crisis en la que está inmerso y que anhelamos pronto superar. 

No alcanza la empatía con el partido o el candidato, deben darse todas las otras condicionantes adecuadas para que no se reiteren las fallas sistemáticas que han conducido al fracaso al régimen que nos ha gobernado por tres períodos consecutivos, aunque algunas de sus figuras sean aplaudidas por gente de afuera. Visto desde una perspectiva fuera de frontera, estas figuras pueden despertar simpatías por diversos motivos, pero algo muy distinto es tenerlos como gobernantes y sufrir las consecuencias de una gestión improcedente. 

Esperemos entonces que la ciudadanía pueda tener la inspiración y debida conducta cívica para elegir a quienes nos gobiernen, con la sabiduría, ética e inteligencia necesarias para mejorar las condiciones de vida de nuestra comunidad.

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