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Cuidar el turismo

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Esas pequeñas cosas...

@| Bajé a la playa temprano. Eran 9:30. Pocas personas. Desplegué la silla y me puse a disfrutar del mar. Una agradable brisa, el ruido sereno de las olas, el graznido de las aves. Armonía y paz. 

Una hora después la “balconada” se había poblado de veraneantes. Delante a pocos metros, una pareja con un niño y un perro. El perro recorre y olfatea a todos los vecinos. De pronto pelea con el del vecino. Los dueños se levantan a separarlos. Otros asustados se apartan. Más atrás unos jóvenes toman cerveza y con un parlante de grandes dimensiones inundan de música tropical la zona. En la orilla inexpertos navegantes experimentan con una canoa. A su lado bañistas sorprendidos les esquivan como pueden. Algo parecido ocurre con un surfista improvisado que irrumpe en zona de baño. Más alejado de mi visión, pero en plena playa, un pescador maniobra con sus artes de pesca, mientras prepara los anzuelos. Abrumado decidí retirarme. 

Al subir, en medio del médano, encuentro un señor con tremenda camioneta cuatro por cuatro, que sin ningún reparo pasó por encima de la maleza, avanzó sobre las dunas y estacionó en lugar de vista privilegiada. Le expliqué de buen modo que no estaba permitido. Asumí que no iba a atender mi recomendación. Decidí llamar al 911. Pedí derivaran mi denuncia a la Prefectura de La Paloma. Me atendieron correcta y diligentemente. La Prefectura se comprometió a concurrir. Seguro lo ha hecho, pues al rato no volví a ver al vehículo.

A partir de esta experiencia, observé la inexistencia total de carteles que adviertan a los usuarios de las playas los comportamientos que deben guardar. En Prefectura me interiorizaron de un decreto al respecto que regula la mayor parte de las actividades descritas. Pero es notoria su falta de difusión. No estamos educando. Etapa previa y necesaria para luego poder fiscalizar. He aquí otra de las carencias. Insuficiente dotación de marineros (personal de Prefectura), que al igual que los guardavidas, deben estar debidamente preparados y remunerados para la tarea.  

No conforme trasladé mi inquietud a la IMR (Intendencia de Rocha). También fui correctamente atendido. Hice notar la conveniencia de carteles en los accesos de las playas, con indicación de las normas a respetar por parte de sus usuarios, sin desmedro de su difusión por otros medios y la necesidad de coordinar esfuerzos con la Prefectura.  

Estas pequeñas cosas ilustran más que mil palabras la idiosincrasia del país y sus instituciones. “Uruguay Natural” no debe ser sólo un slogan. Deben ser Instituciones gubernamentales (Nacionales y Departamentales) planificando adecuadamente sus temporadas de verano, junto a ciudadanos responsables y vigilantes. 

Así nacionales y turistas podrán disfrutar de mejor manera sus espléndidos recursos naturales y sobre todo preservarlos para futuras generaciones.
La suma de cosas pequeñas hace a la gran causa.

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