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Covid y Maracaná

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@|En 1950, en el estadio del barrio Maracaná de Río de Janeiro, se disputaría el partido final con más público de la historia, entre Brasil, el anfitrión y Uruguay.

Con todo el viento soplando en la misma dirección, existía un inducido favoritismo para los norteños que, con tan solo un empate, conseguirían la copa de oro macizo.

El primer tiempo terminó igualado sin goles pero, a los dos minutos de la segunda parte, llegó el ansiado tanto para los locales. Ahí, Obdulio Muiño Varela, capitán uruguayo, enfrentó al árbitro mostrando su disconformidad, reclamando una supuesta posición ilícita; pero lo hizo para no reanudar el juego hasta que cesara la algarabía ensordecedora reinante.

Luego, Uruguay conseguiría dos goles y así ser nuevamente campeón mundial.

Fue catalogada como una hazaña inigualable, creo que por las condiciones adversas que enfrentó, porque la realidad es que Uruguay era flor de equipo. Si bien era una nueva generación, no conocía ninguna derrota previa e incluso venía con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928.

Como corolario, organizó en 1930 la primera Copa del Mundo siendo también el campeón.

Con esa patente de Maracaná, tuvimos 60 años para darnos cuenta que no fue un milagro, que no se gana sólo con la camiseta. Somos como cualquier otro país y debemos jugar bien para ganar.

Frente a la pandemia, nos pasó exactamente lo mismo. Pensábamos que el virus no nos llegaría, por la vacuna BCG, por tomar mate o simplemente porque nos creíamos diferentes al resto del planeta.

En un primer momento, en Marzo de 2020, ante los primeros casos, nos confinamos voluntariamente. Eso fue lo que frenó el avance. Pasado un tiempo, viendo como los demás países se contagiaban y nosotros parecíamos de otra galaxia, donde los extranjeros deseaban venir a vivir, fuimos haciendo vida normal.

Total, si ganamos en Maracaná!!! ¿Quién nos puede ganar a nosotros? Y nos venció la ignorancia, la falta de empatía o de consciencia.

Hoy estamos, en proporción, peor que los países con más contagios. No es una gripecita. Es algo que tiene en jaque a las naciones más desarrolladas y pobres por igual. Acá nos seguimos peleando y discutiendo por ideologías políticas, hasta en el tema salud. Reclamando que las vacunas demoraban, no venían y cuando llegaron, dudamos en vacunarnos.

Para no seguir en caída, lo mejor que nos podría pasar como sociedad, es instruirnos sobre el tema y como en Maracaná o en la Cordillera de Los Andes, jugar en equipo. Si el equipo está unido va a ser más fuerte. No superpoderosos, invencibles o mágicos, sólo más fuertes ante esta crisis.

Por eso, festejemos los triunfos, pero no cometamos el pecado de creer lo que no somos, porque en ese partido de Brasil, como en la Cordillera, frente a condiciones adversas, primó la inteligencia, el sentido común y la solidaridad. ¡Eso sí nos debe caracterizar! Hay un viejo refrán que dice: "Nadie de nosotros es tan bueno, como Todos juntos”. ¡Arriba Uruguay!

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