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¿Comienzo de clases sin excluidos?

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@|Como representantes de APASU (Asociación de padres y amigos de sordos del Uruguay) y de nuestros hijos, insertos dentro de un sistema educativo inclusivo, el cual, se supone, se encuentra en condiciones de ser aplicado en todo el país, descubrimos, una vez más que no es así.
Escribimos hoy, con el dolor y la frustración, repetimos, una vez más, de que esa alegría por el comienzo del año lectivo que se festeja en cada hogar, no pueda producirse en nuestros hogares, porque nuestros hijos fueron a clase y se encontraron, que tanto en Secundaria como en UTU, no habían designado aún a los intérpretes de lengua de señas, imprescindibles para que puedan estar en clase en igualdad de condiciones con el resto de sus compañeros.

Dolor, frustración, cansancio por una lucha que no debería ser tal, y que no tiene fin, porque saben que esto va a demorar unos días, y los únicos que pierden la clase, son ellos; el profesor y sus compañeros van a seguir adelante con el programa, estudiando, absorbiendo saberes, y ellos en casa, impotentes.

Esos días que pierden son irrecuperables y los deja en una situación de desventaja que va a ser muy difícil que puedan revertir.

Un derecho que no se puede ejercer no es un derecho adquirido, es letra muerta en un papel. Para que un derecho se pueda ejercer, hay que otorgar las herramientas necesarias y esas herramientas sólo pueden provenir del Estado, primer responsable de las políticas educativas y custodio de su aplicación.

Una ley sin reglamentar y sin control de su cumplimiento es inexistente, una simple careta para disfrazar una realidad que debería avergonzarnos a todos.

Miles de estudiantes comenzaron felices las clases, menos los integrantes de la comunidad sorda, por no contar con la herramienta más fundamental: el intérprete de lengua de señas. Dolor, frustración, vergüenza. Lo peor es que no es una excepción, es una rutina que se repite cada año.

Sabemos que no es por falta de voluntad, pero es una cuestión de gestión y en ese sentido, tiene que haber responsables, alguien debe hacerse cargo.

Hacerse cargo de todos los chicos sordos que abandonen, o que no puedan remontar ese surco que va a dejar estos días, en las que todo el centro educativo ya está recibiendo conocimientos, mientras nuestros hijos en casa, esperan las designaciones que sólo son una punta de ese iceberg, la mínima, la más imprescindible, que deben transitar para poder estar incluidos en su sistema educativo que sigue pensado para un estudiante “normal”.

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