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Colorados

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@|En las últimas elecciones nacionales y departamentales, el Partido Colorado ha dejado una penosa impresión.

El otrora partido de Don José Batlle y Ordóñez, Baltasar Brum, Julio César Grauert, Domingo Arenas, Luis Batlle Berres, Julio María Sanguinetti y tantos otros, ha sido paulatinamente abandonado por su electorado.

Hablando en términos deportivos, de ser un cuadro grande en América, ha pasado a ser un cuadro chico local. Si se tratara de una institución deportiva, ya habrían destituido al cuerpo técnico, al Presidente y del plantel no quedaría nadie. Pero en este caso los que se van son los hinchas y los dirigentes terminan en sus casas, cuando el soberano les muestra la silenciosa tarjeta roja de las urnas.

No existe democracia sin pluralidad de partidos fuertes, que compitan en serio, por la conducción del país.

La izquierda languidecía en Uruguay, con una definición ideológica importada de Europa, durante setenta años. En la última parte del siglo XX, comenzó a canibalizar al Partido Colorado, arrebatándole las banderas históricas de esa colectividad política, con la complicidad de algunos dirigentes, que fueron usados y luego desechados, para volver a usar su imagen después de muertos, cuando ya no eran competencia.

En el único departamento en que el Partido Colorado mantiene un desempeño digno, es Rivera, mientras que en la mayoría el resultado electoral es de un dígito; pero a pesar de ello, no vemos a nadie preguntándole a Tabaré Viera y su gente qué es lo que hacen distinto al resto del país.

Ha llegado el momento de que la dirigencia nacional disponga una auditoría política en cada departamento, teniendo como referencia lo realizado en Rivera, determinando lo que se ha hecho mal para dilapidar un gran capital electoral y llevarlos a la quiebra política y verificar las responsabilidades de cada uno de los dirigentes actuantes.

En las elecciones municipales, en los festejos por el triunfo del Frente Amplio en Canelones, fue notorio ver una bandera colorada con la palabra batllistas en letras blancas, los colores, los lemas, los sub lemas y los números de listas pertenecen a determinada colectividad política que los ha registrado. El uso indiscriminado de los mismos solo sirve para confundir al elector y engañarlo con información falsa.

También se defiende la democracia cuando todos dan la cara y dicen quiénes son y a qué partido político pertenecen.

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