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Ciencia, tecnología y ética

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@|Quería hacer algunos comentarios sobre el artículo del Sr. Jorge Grunberg (tengo entendido que es el Rector de la ORT), publicado el domingo 11 de abril en El País.

El articulista hace un panegírico del teletrabajo, con argumentos sólidos. Pero también enumera algunos cambios importantes que surgirán de la nueva metodología laboral.

¿Y qué cambios son esos? Nada más ni nada menos que eliminación de muchos puestos de trabajo. También habla del papel del sistema educativo para el reentrenamiento correspondiente. Todo bien.

Esto nos lleva a un asunto central: el papel de las Universidades en la sociedad. En general lo que vemos son Cursos centrados en el conocimiento técnico y científico, inclusive en niveles muy altos. ¿Pero el ser humano es apenas un ser material? Jesús, El Cristo, el mayor maestro espiritual de la Humanidad, dijo “No sólo de pan vive el hombre”. Einstein, el mayor científico del mundo (Einstein) se pronunció así: “La espiritualidad del sabio consiste en extasiarse frente a la armonía de las leyes de la Naturaleza, revelando una inteligencia tan superior, que todos los pensamientos humanos y todo su ingenio, no pueden desvendar, delante de ella, a no ser su nada irrisorio”.

La propia UNESCO en la Conferencia Mundial de Educación, en el año 1998 (¡Ya pasaron 23 años!) declaró: “La Educación Superior debe emprender la transformación y la renovación más radical que jamás haya enfrentado, de forma que la sociedad contemporánea que vive actualmente una crisis de valores, pueda trascender las consideraciones meramente económicas y asuma dimensiones éticas y espirituales más arraigadas”.

Por ignorar esas declaraciones, estamos hoy sumergidos en un mundo caótico, donde el poder económico reina indiscutible, esclavizando las conciencias humanas con un consumismo feroz (al que las personas no pueden enfrentar individualmente, porque le penetra por todos los poros: TV, redes sociales y todo tipo de otras comunicaciones, corriendo el riesgo de quedar aisladas si no siguen esa farándula).

El papel clave de las Universidades debe ser enseñar, junto con los conocimientos científicos y tecnológicos disponibles, la correspondiente comprensión humanística de las problemáticas involucradas.

Entretanto, gran parte de la tecnología, oriunda de nuevos conocimientos científicos, aprisiona cada vez más al ser humano, obligado a consumir más y más (no importa lo que sea), en el esfuerzo de parecer ser humanos y no aborígenes de Nueva Guinea. Hace 100 años, el genio de Discépolo nos trajo el tango “Cambalache”. ¿Y qué mejora hubo en ese siglo? En verdad, mejora ninguna, pero el “cambalache” se amplió hasta el infinito.

Llevando en cuenta lo anterior, llegamos a la conclusión siguiente: Ciencia y Tecnología sí, pero antes preguntarse ¿para qué?, ¿para quién? Porque hay tecnologías socialmente apropiadas y otras que son socialmente inapropiadas. Y esto sin considerar el avance impresionante de la obsolescencia planificada, por causa de la cual tenemos que pagar más caros, productos menos durables (más caros porque hay pagar las “investigaciones” inmorales que son realizadas para reducir el ciclo de vida de los productos y más caros, porque duran menos).

El ser humano está prisionero de la tecnología y los tecnólogos los forman las Universidades. Para enfrentar esta situación, sugerimos que se sigan las recomendaciones de la UNESCO, antes mencionadas. Esto llevaría a desarrollar tecnologías socialmente apropiadas que beneficien al ser humano y no que los exploten como ahora, de forma muchas veces inhumana.

Si en la recomendación de la Unesco, la palabra espiritualidad pueda parecer (aunque no lo es) algo abstracta, quedémonos (por ahora) con la otra palabra: ética.

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