@| Es interesante detenerse a analizar las discusiones en materia de educación en nuestro país. No se habla de mejoras en los programas para una adecuación a los retos que impone el nuevo mundo, no se habla del instituto decadente de formación docente que tenemos, ni existen posturas solidas de lo que se quiere para la enseñanza en todo su conjunto y más aún en enseñanza primaria y secundaria, que es evidente el incendio institucional que las mismas están sufriendo. 

Escuchar que se discute por el color de las túnicas, por la forma de otorgar a los estudiantes de primaria los pabellones patrios, o un posible proyecto para que se salve secundaria con una sola prueba, solo hace llegar a una conclusión; no se sabe para dónde ir, lo que sí se sabe es que los números tienen que mejorar. La típica forma que la izquierda nos ha impuesto para que los números se vean más afables, es la de bajar la exigencia en los centros educativos públicos, la quita monstruosa de contenidos, de materias, de dificultades, de retos para el estudiantado. 

Esto es imperdonable para un país que en el siglo XX gozaba de un altísimo nivel cultural, que sí, fue golpeado en la segunda parte del siglo, con la recesión de la democracia, pero que el frente amplio se encargó de sepultar casi por completo, en tres mandatos consecutivos. 

Se necesitan medidas de rápido impacto en la educación para no comprometer el futuro de este hermoso país, a no rendirse y a demostrarles la importancia del esfuerzo a nuestros jóvenes, las naciones se construyen con trabajo, con dedicación y con responsabilidad.