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Campaña limpia para fortalecer las instituciones

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@|A ningún ciudadano medianamente informado le pueden resultar ajenos los mensajes de los dirigentes y algunos militantes de la autoproclamada “izquierda progresista”, a poco de conocer el resultado de las urnas de las pasadas elecciones nacionales.

Los anuncios de “movilizaciones” y “reacciones sociales” ante la recuperación del poder por parte de los partidos que conformaron la coalición multicolor, se hicieron públicos sin pudor alguno.

Se alzaron sus voces, frente a lo que manifestaron se trataba de una “restauración conservadora” y que de ningún modo iban a permitir “perder derechos”.

Todo como si quienes obtuvieron su legítima victoria electoral, llegaran al gobierno para desconocer o sepultar los “avances legislativos” de tres lustros, en los que tuvieron y concentraron no sólo el poder legislativo (con mayoría absoluta en ambas cámaras) sino además, gozaron de una bonanza económica extraordinaria (luego de haber recibido, en el año 2005, “un país con las cuentas en orden y en crecimiento”) que supieron dilapidar, entre otras cosas, con un asistencialismo sin contraprestaciones, y en muy desprolijas gestiones de entes monopólicos.

Digamos las cosas por su nombre: fueron quince años de gobiernos frentistas en los que, lamentamos comprobar, sufrimos una “pérdida de chance” que hubiera permitido seguir la senda del crecimiento nacional.
Ello no ocurrió, pese al impulso cuasi fundacional de la fuerza política también coaligada, que hoy impulsa el plebiscito contra la Ley de Urgente Consideración y ya está en campaña para recuperar el poder.

Debemos estar atentos, sabemos que sus propuestas sólo quedaron en eslóganes publicitarios y que el “país productivo”, “el país de primera” -que prometieron para conseguir voluntades- nos fue quedando cada vez más lejos, en un horizonte con un endeudamiento público muy importante el que, sin lugar a dudas, condiciona nuestra realidad.

En poco tiempo, tendremos que participar de esta consulta popular, y debiéramos informar con veracidad y correctamente, a quiénes conforman “el soberano”, para que no duden al momento de expresar su voto.

Nuevamente se difunden medias verdades -cuando no, llanamente falacias- sobre la LUC, buscando -más que la explicación técnica de la norma en cuestión- el apoyo ideológico contra el gobierno de la “derecha conservadora”. Ello, con la clara intencionalidad política de obtener un resultado a su favor.

Utilizan las instituciones democráticas –contra las que en un tiempo supieron alzarse- para su propio beneficio, para luego, si el resultado les resulta adverso, promover –recuperado el poder- alguna “ley interpretativa”, para torcer la voluntad ciudadana.

La historia reciente ya nos muestra lo que hicieron con el resultado de los plebiscitos en los que se cuestionó la Ley de Caducidad; los desconocieron sin que se les moviera un pelo.

Debieran difundirse, en lenguaje llano y simple, las bondades que contiene la Ley de Urgente Consideración que pretenden derogar. Para que el ciudadano las conozca y pueda apreciar el alcance de las mismas, en lo que hace a la vida diaria de los habitantes de este suelo.

La fortaleza de nuestras instituciones estriba también en el profundo respeto por los pronunciamientos del Cuerpo Electoral, pero éste debe estar legítimamente informado.

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