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Cambalache Siglo XXI

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@|En una cancha de fútbol donde a veces también “van los que tienen perdida la fe”, asistimos a un video un tanto “borroso” en el cual se puede observar una golpiza propinada por “jovencitos” visiblemente fuera de sí en perjuicio de una pareja. Quizá algún adulto en algún arrebato también se metió en la trifulca.

Muchachos que se excedieron en manifestar su ira, que en su pérdida de razón temporal cometieron actos de los cuales prontamente se arrepintieron. Jóvenes que hay que tener en cuenta por su edad los cambios psicofísicos que están operando en su personalidad, sumado a condiciones de vida que no son las ideales, que los lleva a cometer actos producto de un estado nervioso que aquellos que peinamos canas, que somos por lo general los más intolerantes, tenemos la obligación de comprender.

Es cierto que a veces en su estado irreflexivo pueden dejar secuelas graves en perjuicio de terceros, pero no por eso tenemos que tildarlos de “violentos” ya que sería estigmatizarlos de por vida.

Por eso es encomiable la actitud de defensa de estos “muchachos desesperados” que asumen entre otros las organizaciones de derechos humanos, algunos dirigentes del Pit Cnt (que siempre nos recuerdan que toda la sociedad es culpable), distintos operadores que salen a los medios con un espíritu constructivo, que exponen tecnicismos y argumentos que muchas veces son difíciles de entender para los que no somos instruidos. Esta comprensión que la inmensa mayoría de la población adolece es un debe importante que tiene la sociedad que no comprende que esos jóvenes que a veces “pierden la cabeza” son nuestro futuro. Pueden llegar a cruzarse en algún momento, ¿por qué no? con nuestros hijos o nietos.
Por eso hay que agradecer a esos “iluminados” que contra viento y marea nos ayudan a ver las cosas como realmente son.

Es importante en este caso la intervención de abogados “duchos” que desinteresadamente en muchos casos tienen que superar un Código Penal ultra severo para argumentar a favor de aquellos que muchas veces prejuzgamos injustamente.

Que no pase lo que reza en las estrofas de un conocido tango: “Los jueces de mármol nunca comprendieron que a veces la vida te obliga a matar”. ¡Ah Discepolín, sin duda fuiste el Julio Verne de los letristas!

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