@|Una verdadera democracia deberá tener como objetivo, la búsqueda del mejor “status de vida” para sus ciudadanos, asegurándoles educación, seguridad, trabajo y salud.

Para ello, deberá constituir un Estado que sepa mantener un justo equilibrio entre la diversidad social: empresarios y obreros, patrones y empleados, educadores y educandos, prestadores de servicios y afiliados.

Quizás suena utópico, pero esa posición de centro debe ser la brújula que guíe a todo buen gobierno al logro de ese deseado objetivo.

En los últimos años, nuestro país tuvo la eventualidad de ser gobernado en forma atípica, buscando enderezar un Estado que, con argumentos y excusas, con razón o sin ella, había escorado en forma peligrosa el rumbo cuando una onírica guerrilla diese motivo a las Fuerzas Armadas, para asumir sus obligaciones constitucionales y en poco tiempo, restablecer un orden que se intentaba lastimar. Sojuzgada la célula terrorista, con el poder de la fuerza en sus manos, tomaron el gobierno (“de facto”), torciendo a su capricho nuestro equilibrio político.

Ese tiempo pasó y retornó la Democracia, sucediéndose en el gobierno partidos políticos con el objetivo común del “individuo en el justo centro”, pero con diferentes metas ideológicas y al poder caprichoso de sus mayorías, fueron torciendo a diestra y siniestra el rumbo deseado.

Llegamos al presente, donde la ciudadanía opta por un cambio, quizás con la deseable intención de volver a “encontrar el centro”, tan errático.

Presentando un claro plan de gobierno, “Compromiso con el País”, asume una coalición de 5 partidos bajo la presidencia de Luis Lacalle Pou con una herramienta democrática; esa herramienta es la LUC. Una ley de 476 artículos estudiados, discutidos y aprobados por el Poder Legislativo.

La LUC tiene la clara intención de, le pese a quien le pese, llevar la vivencia ciudadana al democrático lugar donde se igualan los derechos de todos los habitantes del territorio.

La LUC no es de izquierda ni de derecha, es el justo centro donde se compensan errores, falencias, demoras, prebendas, omisiones e injusticias por beneficios otorgados por anteriores gobiernos.

Uruguay, bajo este gobierno, a pesar de la tormenta de la pandemia, parece haber encontrado el rumbo y “el capitán” que lo lleve a buen puerto, “buscando el centro”.

No perdamos ese promisorio horizonte que se vislumbra, demos apoyo a sus propuestas y permitámosle terminar su mandato con esperanza y en paz.