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Beneficiados vs perjudicados

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@| Los eventos y las cosas, de lejos no se ven como de cerca, y viceversa. Una cosa es lo que uno cree que pasa; otra es lo que los demás creen que sucede y otra, lo que realmente ocurre.

Intentaré referirme al caso del renunciante pero basándome en las premisas mencionadas; tratando de elevar la mira, de tener cierta perspectiva del conjunto de los actores y las circunstancias.

Los ingredientes de este asunto dejaron de ser estrictamente político-partidarios para transformarse en una compleja red cuya trama de intereses abarca amigos y enemigos; aliados y adversarios.

¿Quiénes se benefician/perjudican con la dimisión de un vicepresidente en general y de éste en particular?

No soy partidario de los desmenuzamientos. Las personas son complejas formaciones fisiológicas, psíquicas e intelectuales. Hay seres hermosos o feos exteriormente; admirables o despreciables intelectualmente; simpáticos o antipáticos. Todos estos atributos componen a los individuos que además integran nuestra población. Dado que no estoy capacitado ni habilitado como un profesional especializado en los ítems mencionados, lo que sigue es la opinión de quién usufructúa la libertad de expresión.

No existe una carrera, ni siquiera un curso de capacitación formal para ejercer cargos gubernamentales relevantes. Está la Oficina Nacional de Servicio Civil (ONSC) pero ¿cuántos asisten a sus cursos? Los candidatos vienen digitados desde la dirigencia del partido político, elegido gracias a una buena campaña publicitaria o algo tan inapropiado como la simpatía. Pocos presentan experiencias afines al cargo, salvo el atributo de “pertenecer al partido”. La mayoría se capacita ocupando sitiales, escalando posiciones. Son “cursos” solventados por el Pueblo, que no siempre es retribuido, como es beneficiado el sujeto y su partido político.

Volviendo a las cuestiones del título…

1- ¿El País merecía tener a un suplente de la Presidencia tan controvertido y cuestionado por sus actitudes?

2- El Presidente en ejercicio debe aceptar un nuevo vice según lo dispone la Constitución. Pero ¿es conveniente que una persona ocupe ese sitial, habida cuenta de sus antecedentes? Si cuestionamos a uno por cuestiones éticas, morales y económicas, ¿cómo calificar a quien dijo ver lo inexistente, que presuntamente habría ordenado ejecuciones sumarias? ¿Podemos olvidar esos delitos de sangre y no los cometidos durante la última dictadura cívico-militar? ¿Por qué tienen más importancia los errores de hoy que las abominaciones de ayer?

3- Cuando se inviste a una persona, ésta no resulta competente y es declarada culpable, ¿quién es responsable?

4- ¿Acaso el renunciante es el único transgresor que merece el dictamen de un Tribunal de Conducta? ¿Por qué termina siendo chivo expiatorio de una fuerza política que no ha demostrado ser lo que prometió, ni un paradigma de gobierno?

5- ¿Qué rol ha jugado la mediatización, ese cuarto poder que forma y genera opinión pública?

6- ¿Por qué tuvimos que enterarnos que el “hijo pródigo” fue a costa de Juan Pueblo.

7- Siempre el “todo” fue más importante que la parte. ¿Desde cuándo ésta se convirtió en el “otro”?

8- ¿La Nación no tiene trascendentes asuntos mejorables y sin solución?
¿Quienes plantaron el árbol que no nos deja ver el bosque? Esa frondosidad conformada por el déficit fiscal; la cuantiosa y creciente deuda externa; el desfinanciamiento del BPS; las cuestionables asignaciones del MIDES; las objetables conducciones de ANCAP y ASSE; las obras mal proyectadas y ejecutadas; la Educación; la Seguridad; el art.15 de la Rendición de Cuentas; el detrimento de las industrias; el cierre de empresas, la legalización de la marihuana (que resultó peor el remedio que la enfermedad).

9- Será que se recurrió al recurso: “El que se va sin que lo echen, puede volver sin que lo llamen”, jugada que evitó sanciones e incrementar el lapidario dictamen del Tribunal?

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