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Árbitro argentino

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Evitar suspicacias

No deja de ser sorprendente que, habiendo tantos jueces de distintos y alejados países respecto al Plata, la FIFA haya designado a un árbitro argentino en el encuentro Francia-Uruguay.

Si bien a un juez se le supone imparcial, no es menos cierto que no es posible, para nadie, desprenderse, en un 100%, de sus vivencias. Un juez es, ante todo, un ser “sintiente”, no una fría máquina estilo Var.

Digo esto porque un rioplatense, en el mundo, siempre preferirá a otro rioplatense. Podremos pelearnos entre nosotros por Gardel, el dulce de leche, La Cumparsita, el mate o las tortas fritas, (casi todo uruguayo, ya se sabe...), pero hay un sentimiento demasiado profundo y cercano entre los dos pueblos del Plata.

Mucha sangre, carne y raíz en común.

Por algo Montevideo fue distinguida y rebautizada como La Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, cuando los de esta Banda cruzaron el Plata en ayuda de sus hermanos, al ser asaltada Buenos Aires por los ingleses en 1806. Mancomunados los esfuerzos de orientales y porteños, desalojaron a los británicos. La unión hace la fuerza.

Todavía eran los tiempos en que las Islas Malvinas, archipiélago atlántico del Virreinato Español del Río de la Plata, dependían administrativa, física y militarmente, del Apostadero Naval del Puerto de Montevideo.

De Montevideo salían, en períodos regulares, los faluchos y otros navíos de abastecimiento, conducción de presos (solían desterrarse matreros, vagabundos, malevos, gauchos “malentretenidos” e indígenas indomables) y relevo de tropas y soldados de guardia hacia las desoladas islas.

Hasta que, en 1810, surgieron las conocidas desavenencias entre hermanos peninsulares y criollos.

El viejo Virreinato, debilitado por guerras civiles, fue presa de las intrigas de los ingleses que, -a río revuelto, ¡je, je!...- además de favorecer la escisión de la Banda Oriental, consiguieron, para nuestra común vergüenza, usurpar y quedarse, por ahora, con las Malvinas.

¡Lástima que las certeras enseñanzas del gaucho Martín Fierro, portavoz de José Hernández, nos llegaron más de sesenta años tarde! Que si no, otro gallo nos cantaría. - Los hermanos sean unidos.... / que si entre ellos se pelean los devoran los de afuera-.

Mucho afecto fraternal, digo, que se compone, como toda relación entre hermanos muy próximos, de rabietas necias en las blandas y amores entrañables en las duras. Me consta que, hoy por hoy, todo el pueblo argentino se suma a la ilusión Celeste.

¡Si seremos próximos, que hasta nuestros pabellones patrios tienen los mismos colores y el mismo sol!

Por tanto, personalmente preferiría que el juez, en esta álgida ocasión, fuese un yanqui, un mogol o un japonés: los tres nos ven con la misma indiferencia y equidistancia.

En caso de superar la dura prueba nadie tendría suspicacias respecto al triunfo de La Celeste.

Pero, tener un hermano oficiando de juez en mi causa, por más justo y honrado que sea, no me hace sentir cómodo.

Si gano, quiero ganar en buena ley, sin objeciones de ningún tipo. Que no basta con serlo : también hay que parecerlo.

Lo del principio: habiendo cien jueces para elegir, vienen a designar, justo a uno que no puede soslayar su procedencia.

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