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Fin de la aplanadora

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@|A partir del año 2005, y después de recibir del Partido Colorado “un país con las cuentas en orden y en crecimiento”, el Frente Amplio disfrutó de la mayor bonanza económica de la que se tenga memoria durante más de diez años y pese a sus promesas (con las que cautivó a muchos) no supo administrar la muy favorable situación, sino despilfarrarla. 

A nuestro entender, se perdió para el país una gran chance de alcanzar el tan publicitado “país de primera, país productivo” y en sus casi cinco años del tercer gobierno, su proyecto ha dado muestras de un agotamiento alarmante. No sólo se han cerrado empresas, sino que aumentaron los asentamientos, y la gente que vive en situación de calle es mayor a la que lo hacía en el año 2002. 

La seguridad y la educación no podrían arrojar peores resultados. Del narcotráfico ni hablar. La presión tributaria ha sido de las más altas de América Latina y muchos de los recursos que se obtienen por impuestos, el contribuyente percibe que terminan en planes sociales de dudosa eficacia, cuando no en contrataciones gerenciales con altos salarios o en fiestas, donde se celebran negocios ciertamente ruinosos para el Estado.

Ciertamente lamentable. Y lo que es aún peor, se incrementó la deuda externa como nunca antes, sin que se adviertan siquiera obras de infraestructura, que nos acerquen a ese “país de primera”. Pese a contar con mayorías absolutas en las dos cámaras del Poder Legislativo y con regimentado elenco de legisladores de manos enyesadas, la soberbia imperó también en este Poder, que debiera cumplir con la función de contralor del Poder Ejecutivo de acuerdo al mandato constitucional. Y aplicaron una suerte de aplanadora, basados en esas mayorías absolutas, para frenar comisiones investigadoras que, impulsadas por legisladores de la oposición, apuntaban a conocer en profundidad negocios o contrataciones de dudosa legalidad. Muchas de las cuales habrán de terminar en la Justicia, en los años por venir. Pues casi sólo, las que terminaron con la renuncia del Vicepresidente de la República, luego de ser procesado por el delito de peculado, o con las carreras del Presidente del Banco de la República o del Ministro de Economía por el asunto Pluna, tuvieron andamiento. 

La voz del Soberano, contenida en las urnas de elecciones nacionales del último domingo del mes de octubre, marca sin lugar a dudas un tiempo de cambio, o si se quiere, el fin de un período. 

El Frente Amplio, no sólo perdió la mayoría de la que disfrutó por voto popular en ambas cámaras, sino que no logró ganar en primera vuelta. Habrá segunda vuelta y todo indica que la fórmula del Partido Nacional sea la mejor preparada para triunfar en la instancia del último domingo de noviembre. 

A la grieta social que se advierte y a la que el Frente Amplio se ha encargado de profundizar, presentando por un lado “al pueblo” y por otro “a la oligarquía”, al mejor estilo de los años 60, se antepone un tiempo de Esperanza, que como en la caja de Pandora, es el último recurso para poner fin a las calamidades de una muy mala gestión de gobierno frentista.

Conformar un gobierno de coalición multicolor, basado en acuerdos programáticos, bajo la Presidencia del Dr. Luis Lacalle Pou, que asuma con responsabilidad y convicción republicana y democrática, los difíciles tiempos que se avecinan, se impone. Ciudadanos, es hora de votar con la Razón. Sin temores de ninguna especie, es un necesario tiempo de cambio, por el bien del Uruguay, de sus instituciones y de su gente.

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