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Análisis tras un viaje

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@| Vuelto del viaje, del que aterricé hace 3 horas, me dio insomnio. Supongo que es la vuelta a la realidad. Estuvimos 8 días en el país mas controvertido del mundo, y vengo preparado para discutirle al mas avezado, sobre las “bondades” de un mundo distinto. Un mundo sin libertades.

Cuba es un país donde su gente, vaya a saber porqué, vive contenta, es cálida, es amena, es atenta. Pero al rascar y sacar “tema”, reluce la miseria mas conspicua de la que uno puede ser testigo. Es verdad indiscutida que el mejor salario es de 18 a 30 dólares americanos, pero no se hacen problema. ¿Saben porqué? Porque no hay en que gastar esos míseros “1.000 pesos uruguayos” que un cubano percibe por 1 o 2 trabajos.

Si uno quiere ir a un supermercado como lo concebimos aquí, aun el mas precario, no puede. Claro, como va a poder, ¡si no existe!

Uno llega a La Habana y la parada obligada es una “Cadeca” sigla de Casa de Cambio, a priori lo obvio, pero no crea que puede cambiar a la moneda oficial del país: no señor. Uno es turista, “raza aparte” y “superior”, si superior. Ni por asomo mis derechos son los mismos que los del cubano promedio. No. No tengo derecho a parar en un comercio, de los que escasean. ¿Sacar dinero las 24 horas? No señor. A las 4 pm todo está cerrado...

Uno debe comprar de dólares y euros a CUC (Peso convertible cubano) por lo mismo, porque no le asisten los ya magros derechos que le asisten a los cubanos.

Ellos no tienen derecho a comprar donde y cuando quieren. Y cuando llega un turista, como este servidor, la libertad es tal, que le pidan indiscriminadamente para que le compre -en nuestro caso- dos kilos de leche en polvo. Pero no crean que no tienen acceso a ella. Si lo tienen, siempre y cuando no supere la mencionada cantidad en el “racionamiento” que hacen, mediante una tarjeta que, en los países como el nuestro, duraría una semana.

A modo de ejemplo: nos encontramos un cubano, al que le invitamos un mojito en un simpático bolichito de barrio, y ahí, fue el acabose... el hombre nos espetó la realidad, de una situación que algunos aquí defienden.

No crean que todo es miseria. Un papel higiénico, un “aseo” (jabón y pasta de dientes de tamaño tristemente reducido les es autorizado a comprar a 50 pesos cubanos (2 cuc), 4 días de trabajo.

No todo termina ahí, si uno quiere comprar Habanos cubanos, puede hacerlo, ¡como no! ¡A la módica suma que 500 cuc la caja! Pero los cubanos se dan mañana y se llevan unas cajas para sus casas a efectos de comerciarla en el conocido mundialmente “mercado negro”. Claro, lo hacen de libres que son de manejar sus divisas.

Los huevos de gallina..., que tema. A 5 huevos por persona por mes. Pagándolos por supuesto. Usted puede acceder a ellos y hacer una tortilla... que le dure todo el mes, en una heladera que funciona, obviamente a electricidad. ¡Pero no creo que todo lo que brilla es pro! La electricidad se corta de 14 a 16 horas por día. ¡Todo de maravilla!

Del agua potable, no se preocupen, porque no hay. Pero no hay problema, el gobierno le vende a precio de oro, un bidón de 6 litros por persona por mes. Si, en un país cuya temperatura media es de 29 grados de enero a enero, el gobierno les da 6 litros de agua por mes a cada ciudadano para que no pase sed. No crean que son malos.

¿Alguna vez sintieron la necesidad de dejarle propina a un médico? Allá se estila mucho, porque la plata extranjera es la que duele. ¡Les viene bien!

¿Y vieron a un ginecólogo manejar un taxi del gobierno? Vayan a Jardines del Rey (Cayo Coco), van a encontrar dos o tres.

Si van a Cuba, vayan con 300, 400 euros. Y van a ser tratados mejor que si poseyeran un Emirato Árabe con vuestro nombre.

Allá lo que estoy contando además de ser moneda corriente, no es ni la cuarta parte de lo que viven...

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