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América Latina y el escenario emergente

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@| Las fronteras ideológicas que se trazaron después de la caída del Muro en 1989 y el colapso de la ex Unión Soviética en 1991, se han vuelto borrosas. En gran medida, significó el fin de los dogmas, el declive de ideologías autoritarias y, hasta cierto punto, condujo a la región a un territorio inexplorado. A un nuevo y todavía incierto paradigma.
Ni siquiera es posible definir las "áreas grises", los matices entre lo que tradicionalmente se define como "derecha”, "izquierda”, "centro".
“Conservador” o “progresista” y sus múltiples combinaciones. Hoy derecha e izquierda son conceptos obsoletos, salvo como excusa para descalificar al adversario o engañar al votante.

En los últimos 15 a 20 años, América Latina ha sido gobernada, en gran parte, por personajes populistas y demagógicos con un mensaje sesentista. Con ideas perimidas, salvo el hecho que en la “lucha de clases” sus líderes optaron por no ser ejemplos de frugalidad ni de compañerismo ni de tolerancia con su adversario político. La idea era -o fue- “ahora nos toca a nosotros”.

Peor aún, la región sufrió una epidemia de corrupción sin precedentes que casi no ha dejado a ningún país, líder o institución, intactos. Hoy no existe institucionalidad regional. No existen las condiciones. Si dentro de fronteras la polarización es tal, difícil intentarlo con el vecino cuando, no hay un solo gobernante cuya voz y mensaje resuenen más allá de sus propias fronteras.

Si los gobiernos de Evo Morales, Correa, los Kirchner y el propio Lula, se autodenominaron como de “izquierda”, fue todo un montaje electoral y político. Y fue un rotundo y costoso fracaso. Flaco servicio a una izquierda que, en algún momento, trato de encontrar un espacio “aggiornándose” a través de disfraces y discursos erráticos que todos podemos distinguir. Así de absurdo es el tema.

En este marco, Venezuela no ha dejado la vergüenza histórica que significa el abrazo y la defensa de un dictador por parte de aquellos que más sufrieron la dictadura en su propio país. Los mismo que fueron recibidos, generosamente, por la democracia venezolana. La misma que rompió relaciones y acudió a todos los foros para tratar de ayudar en la recuperación de la democracia. La falta de coherencia, de agradecimiento no es una característica histórica de este país en los político y, menos de su gente. Hoy Venezuela es un refugio de todo lo malo. Un Estado fallido, el cual encima ha atraído una reedición caricaturesca de la "guerra fría" a la región. Lo único que queda es recuperar la libertad, como sea, y refundar la democracia desde sus cimientos.

Como región, el perfil de crecimiento se ve complicado por varios factores. Principalmente, por la moderación de la actividad en países avanzados; el efecto de condiciones financieras más rígidas, un elevado endeudamiento y, por último, el abaratamiento de la energía y las materias primas. El último -quizás- el factor más importante.

Sin embargo, la mayoría de los economistas y organizaciones como el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, esperan una recuperación a mediano plazo con un crecimiento del 2.4% para 2020. Veremos.

Como conclusión, se puede afirmar que la realidad política de América Latina hoy está mejor definida por temas, gestión y políticas públicas que nos saquen del legado del populismo demagógico, que por ideologías.
El enigma es como puede ser que no aprendamos y que volvamos a, sumisamente, caer en las mismas redes una y otra vez. ¿Un tema de educación, de familia, de falta de cultura cívica, del caudillismo encarnado en Mesías y salvadores que, hasta hoy, no acertaron ninguna?

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